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Cayetano González

Sánchez está nervioso

Si esto dicen las encuestas que son públicas, qué no dirán las que los partidos encargan para manejo interno.

Si esto dicen las encuestas que son públicas, qué no dirán las que los partidos encargan para manejo interno.
Pedro Sánchez. | Flickr/CC/GovernmentZA

A medida que se acerca el 28-M —día en que los ciudadanos elegirán a los Alcaldes de todos los municipios de España y a los Presidentes de doce Comunidades Autónomas— el actual inquilino de la Moncloa da muestras de nerviosismo ante lo que se le puede venir encima.

Todas las encuestas publicadas hasta la fecha, salvo raras excepciones entre las que las elaboradas y cocinadas por Tezanos ocupan un lugar prioritario, dan al PP como partido ganador, obviamente no en todo el territorio nacional, pero si en lugares que la noche electoral podrán ser esgrimidos por los populares como una antesala de lo que sucederá en las elecciones generales de finales de año. Me refiero a Comunidades Autónomas como Castilla la Mancha, Baleares o Comunidad Valenciana, o Ayuntamientos como Sevilla, Palma de Mallorca o Valencia, actualmente en manos del PSOE y que puede pasar a ser gobernadas por los populares, en la mayoría de los casos con el apoyo de VOX.

Si esto dicen las encuestas que son públicas, qué no dirán las que los partidos encargan para manejo interno. Las del PSOE deben ser todavía peores que las publicadas, y eso sería uno de los principales motivos por los que Pedro Sánchez se le nota últimamente inquieto, nervioso. En cierta manera es lógico, porque él sabe perfectamente lo que se juega el 28-M. En términos futbolísticos, el último domingo de mayo se jugará el partido de ida, y si obtienes un muy mal resultado, remontarlo en el de vuelta suele ser muy complicado. Dicho de otra manera: si Sánchez pierde en términos electorales y políticos el 28-M, tendrá siete meses para ir recogiendo sus cosas en la Moncloa, para tener preparada la mudanza a finales de año.

Las últimas semanas no han sido especialmente gratas para Sánchez. El bofetón que le propinó el pasado martes la Junta de Accionistas de Ferrovial aprobando por una mayoría aplastante el traslado de la sede social a Países Bajos, haciendo caso omiso a las intolerables y antidemocráticas presiones del Gobierno para que no lo hiciera, debe haber dolido mucho el orgullo del Presidente, que no está acostumbrado a que nadie le lleve la contraria y no cumpla sus deseos u órdenes.

Pero no ha sido el único contratiempo que ha tenido Sánchez. Quién iba a pensar hacer muy pocos días que su Vicepresidenta segunda, a la que ha aupado y ayudado en su batalla interna con Podemos, le iba a llamar machista, poniéndole al mismo nivel que Pablo Iglesias. Y todo esto, sin valorar el fiasco que de momento está resultando para el propio Sánchez la operación de la plataforma Sumar encabezada por Yolanda Diaz. Cada día que pasa parece más evidente que el acuerdo con Podemos para acudir juntos a las elecciones generales se presenta como un imposible, lo que perjudicaría directamente a los intereses de Sánchez que no son otros que seguir cuatro años más en el poder después de las próximas elecciones generales.

Si a todo eso se añade el desgaste sufrido por la ley del "sí es sí"; el gobernar apoyándose en dos partidos como Bildu y ERC; el guirigay que un día si y otro también hay dentro de su gobierno, entre el sector socialista y el podemita; la permanencia en el ejecutivo de ministros absolutamente desautorizados por el Tribunal Supremo, como es el caso del titular de Interior, Fernando Grande Marlaska; o las críticas recibidas por los sectores afectados por la ley de Vivienda, que desprende un tufillo electoral evidente, se entenderá mejor que Sánchez no pase por sus mejor momento político, lo cual, en sí, no es una mala noticia para mirar con optimismo el futuro inmediato.

En este espacio de opinión, he manifestado en diferentes ocasiones que Sánchez es nocivo para la democracia, para la libertad, para la convivencia de los españoles, y que, en ese sentido, el objetivo prioritario es echarle de la Moncloa a través de las urnas. Por eso el 28-M es importante que reciba un castigo electoral contundente. Como Sánchez se lo teme, de ahí le viene el nerviosismo que irá en aumento en las próximas semanas.

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