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Yolanda Díaz e Irene Montero: ni suman ni pueden

Resulta una impostura presentar a Sumar, en general, y a Yolanda Diaz, en particular, como una versión más moderada que Podemos e Irene Montero.

Si Yolanda Díaz está cerrando su etapa como ministra de Trabajo con el 82 por ciento de los nuevos puestos de trabajo precarios, sus propuestas —más bien, ocurrencias— económicas como candidata de Sumar a la presidencia de gobierno dibujan un escenario aún más aterrador: así, y como si la presión fiscal a la que nos somete el gobierno social-comunista no fuera ya de por sí lo suficientemente asfixiante, la dirigente comunista propone una batería de nuevas subidas impositivas que van desde la imposición de tasas por el uso de autopistas, peajes urbanos y elevación de los impuestos a los coches hasta subidas del IRPF "para aumentar su progresividad". Eso, pasando por un impuesto a las grandes fortunas como el que el Ejecutivo socialista ya ha aprobado para este año, pero que la candidata comunista pretende establecer de forma permanente, así como por un incremento del Impuesto de Sociedades que harán que las empresas que han logrado sobrevivir a la pandemia social-comunista de esta legislatura terminen por cerrar o huir al extranjero.

Ni que decir tiene que la dirigente comunista ha justificado su confiscatoria voracidad fiscal en la protección del medio ambiente, en la cantinela de que los "ricos" pagan pocos impuestos o en un nuevo concepto que esta sonriente analfabeta funcional no ha terminado de explicar como es de la "fiscalidad feminista".

Tampoco es necesario decir que la candidata comunista no se ha molestado en cuantificar sus ocurrencias, entre otras cosas porque esta es la hora que Sumar no ha presentado todavía negro sobre blanco su programa electoral.

Buen ejemplo de ello es también su delirante propuesta de sufragar una "herencia universal" de 20.000 euros a cada ciudadano una vez cumpla los 18 años, que se abonaría, según ella, con cargo a un impuesto del patrimonio de hasta el 10%. Eso, por no hablar de la inclusión de un sistema obligatorio de cuotas de trabajadores extranjeros en instituciones públicas, empresas y organizaciones o su bolivariana propuesta de controlar los márgenes de beneficio de las empresas de nuestro país.

Así las cosas, debería resultar evidente la impostura de quienes pretenden presentar a Sumar, en general, y a Yolanda Diaz, en particular, como una versión más moderada que Podemos e Irene Montero. El veto que la de Sumar ha impuesto a la de Podemos no se debe a una cuestión ni de incompetencia ni de disparidad de criterios ideológicos o programáticos: ambas son igualmente incompetentes y ambas abrazan con el mismo ardor los liberticidas y empobrecedores delirios comunistas. Por mucho que Montero esté quemada por la Ley sueltavioladores del "solo sí es sí", recordemos que Díaz, aun mediante voto telemático, mantuvo su respaldo a ese engendro jurídico incluso cuando el gobierno de la que es vicepresidenta aprobó su reforma/derogación.

Solo la rivalidad por obtener cotas de poder es lo que separa a estas dos políticas comunistas que ni suman ni pueden hacer nada que no sea terminar de arruinar a nuestro país.

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