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Antonio Robles

"En este país"

¿Qué nación en Europa se avergüenza de pronunciar el nombre de su propia patria? Ni siquiera Alemania, sobrada de razones.

¿Qué nación en Europa se avergüenza de pronunciar el nombre de su propia patria? Ni siquiera Alemania, sobrada de razones.
El expresidente de Cataluña Jordi Pujol | Europa Press

"En este país" debe ser la locución más repetida por políticos y progreros de toda calaña y condición en España. Hasta el moño del latiguillo. No se sabe cuándo empezó el calvario, sí por qué.

Jordi Pujol llegó a prohibir en TV3 la palabra España. Cuando fuere menester y no hubiere otro remedio, debería ser sustituida por Estado o Estado español, pero jamás pronunciar su nombre. Después se unieron al contubernio otros eufemismos, como "administración central", "gobierno central" y "Madrid". La cuestión era negar la condición de nación a España, y de tal disolución, esperar que el nombre ausente no hiciera la cosa.

En sus momentos más estomagantes, Honorable llegó a sustituirla por "Castilla". Me malicio que aún no habría digerido el desenlace del Compromiso de Caspe del lejano 1412. Un conjuro más para evitar hablar de España, como si, por el mero hecho de evitarla, la disolviera. Forma sibilina de erosionar la unidad de la nación en previsión de proyectos nacionales en ciernes.

Tras esta primera intentona de sustituir España por Estado, llegó la gansada esa de "en este país". Inútil indagar el origen o seguirle el rastro, está tan generalizado que no hay político, periodista o contertulio del tres al cuarto que no lo repita como loro encelado en lugar de España.

Podríamos indagar en las razones psicoanalíticas de tales fijaciones, pero me temo que serían tan inútiles y peregrinas como Cuarto Milenio. Solo algunas evidencias: la leyenda negra asumida, el complejo de inferioridad como nación que le siguió, la apropiación de España por el franquismo hasta confundirla con él, el estigma alimentado por los nacionalismos periféricos y la revancha de quienes perdieron la Guerra Civil han provocado una desafección estética, ética y política entre los españoles de difícil comprensión. ¿Qué nación en Europa se avergüenza de pronunciar el nombre de su propia patria? Ni siquiera Alemania, sobrada de razones. Aunque cueste creerlo, nos avergonzamos de hacerlo. De ahí la elipsis, la omisión interesada, la desafección construida por una hegemonía política de todos sus enemigos reales e imaginarios.

El problema no es, o no es sólo tal evidencia. España tiene enemigos internos desde finales del S.XIX. Lo bochornoso es que el estigma sea asumido por tantos españoles que se avergüenzan de serlo sin ser nacionalistas ni de izquierdas nacionalizadas.

No es la primera vez que la expresión "en este país" se convirtió en un mantra. Ya en 1843 se publicaba bajo esa misma expresión un artículo satírico de Mariano José de Larra en la Revista Española bajo el pseudónimo de Fígaro donde criticaba amargamente la petulancia y arrogancia del español medio que se pasaba la vida lamentando el atraso del pueblo español frente a los países extranjeros sin aportar esfuerzo, inteligencia ni solución personal alguna para solventarlo. Pero al contrario que la expresión actual que esquiva la palabra España, el Pobrecito Hablador, lejos de avergonzarse de España, la ponía de referencia para tanto petulante que la despreciaba.

Si en Larra España no es el problema, sino esa ristra de españoles, que sin demostrar mérito alguno, desprecia cuanto ignora, en quienes hoy repiten el mantra como loros, hay una voluntad de omitir su nombre. Sabemos por qué lo hacen los nacionalistas, desconocemos por qué les adornan la malicia las izquierdas pijas y sus retoños progres.

No ayuda a mitigar el estigma, ni consuela el abrazo sofocante de la derecha española nacionalista más reaccionaria. El mismo error de Franco. Apropiarse de ella no la convertirá ni en una ni en más grande, sólo en la disculpa perfecta para que sus enemigos la rechacen por madrastra. Puede ser quisquilloso el detalle, ganas de poner pegas a los únicos que la nombran sin complejos. No me aprietes que me ahogas. Pues eso, la diferencia entre un nacionalista y un patriota es que el primero reduce la nación a su ideología y el patriota ama a su patria sin negarle a ningún otro compartirla. Porque la nación, como la soberanía, no es de nadie en particular, porque es de todos.

Parafraseando el mantra, "en este país" hay presidentes que se montan sus propios platós de TV para afrontar unas elecciones, se rodean de amigos para jugar a la petanca como si fueran pueblo llano, reparten dinero público como si fuera maná sin costo alguno, mientras en España crece la deuda sin control; "en este país", se sacralizan todas las lenguas regionales, mientras en España estudiar en español es de fascistas; "en este país" por el mero hecho de disentir del lenguaje utilizado para defender a las mujeres de sus maltratadores te convierten en facha, mientras en España los antifascistas hacen leyes que sacan a miles de maltratadores y violadores a la calle… "En este país" disentir ya no es posible, en España, tampoco.

PD. España camisa blanca. Versos de Blas de Otero cantados por Ana Belén. Lo que no se enseña a amar, puede que nunca lo ames. Lo que se enseña a odiar, casi siempre se acaba odiando.

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