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Antonio Robles

Sesgos emocionales y prejuicios

¿Qué hace que los militantes de los partidos sigan las consignas hasta negarse a sí mismos junto a las ideas que los llevaron a militar en ellos?

¿Qué hace que los militantes de los partidos sigan las consignas hasta negarse a sí mismos junto a las ideas que los llevaron a militar en ellos?
El presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, Pedro Sanchez, saluda ante el Plenario en la clausura del 40 Congreso Federal. | EFE

¿Qué hace que los militantes de los partidos sigan las consignas de sus líderes hasta negarse a sí mismos junto a las ideas que los llevaron a militar en ellos? Pongamos que hablo de la amnistía. Pero también, ¿qué hacen formaciones ideológicas criminales del Siglo XX sosteniendo en pleno Siglo XXI los mismos sesgos emocionales con el terrorismo que sostuvieron sus familias ideológicas del S.XX? Pongamos que hablo de Sumar. Ahí tenemos a su fashionaria pidiendo cuentas a Israel para justificar la atrocidad perpetrada por Hamás contra civiles judíos desarmados, como antes lo hicieran sus homólogos comunistas con EH-Bildu para justificar a ETA.

En el primer caso, el catalanista Salvador Illa no tuvo arrobo alguno para negarse a sí mismo en palabra y obra. Asistió y se conjuró contra los golpistas hace seis años en la manifestación del 8 de Octubre de 2017 en Barcelona; pero este domingo, no sólo no asistió, sino que falsificó el objeto de la manifestación y catalogó de ultraderechistas a los asistentes como un vulgar palanganero sin dignidad ni vergüenza. ¿qué opera en la mente de estos políticos convertidos en una secta donde no actúan como seres racionales ni ciudadanos libres, sino como mercenarios infectados de prejuicios dispuestos a negar a su propia madre? No sólo ellos, también los medios. Comparemos:

Manifestación del 8 de Octubre de 2023, Paseo de Gracia de Barcelona, lleno desde el monolito de Diagonal hasta Gran Vía. Un espacio sembrado de miles de ciudadanos y banderas españolas. Lema: "En mi nombre no. Ni amnistía ni autodeterminación". La Guardia Urbana de Barcelona estimó una asistencia de 50.000 personas. La organización SCC, 300.000.

Manifestación del 11 de Septiembre de 1977, cuarenta y seis años antes. Idéntico recorrido, distinto lema: "Llibertat, Amnistia, Estatut d’Autonomía". Unanimidad en la prensa: 1 millón de personas. Unánimes como las 12 editoriales contra la sentencia del TC sobre el Estatut en 2009. Había que estar a la altura de la manifestación más grande de la historia tras la liberación de París en 1945. Comparen las portadas de uno y otro día de La Vanguardia. Así hace la historia el nacionalismo.

¿Cómo es posible este daltonismo numérico? ¿Qué les pasa a los partidos y a sus correas de transmisión mediáticas para falsificar el número de asistentes de forma tan grosera? Años atrás hubo una empresa, Lince, que logró contar científicamente uno a uno los asistentes a las manifestaciones. Los recuentos redujeron drásticamente las asistencias. La empresa desapareció de la noche a la mañana. Y nunca más se supo.

Yo estuve en las dos manifestaciones. Pero las viví de diferente manera. En la primera éramos de todas las ideologías con un objetivo unánime, lograr una Constitución democrática para España y pedir autonomía para Cataluña. Mi ingenuidad y la de tantos castellanohablantes de izquierdas fue histórica a juzgar por lo llovido. En ésta última, sólo estábamos constitucionalistas, castellanohablantes, catalanohablantes comprometidos con España y ausencia total de la izquierda oficial. Sólo algunos disidentes de dignidad contrastada. Entonces éramos progresistas, en la del domingo fachas. Nunca tantos dieron tanto a tan pocos, ni nunca tan pocos fueron tan desagradecidos. Y ladinos.

En España tenemos una asignatura pendiente, la democracia. Los partidos políticos se han convertido en agencias de colocación donde la dirección se comporta como una secta y los asalariados obedecen y tragan con lo que sea.

Es lo que tienen las sectas. Un agujero negro que afecta a las ideologías. En lugar de ser espacios para contrastar ideas, son agujeros emocionales que atrapan a los afiliados generación tras generación sin que nada cambie a pesar de que las circunstancias lo hagan. Sólo así se puede comprender, que ideologías criminales del S.XX sigan justificando a organizaciones terroristas del XXI.

A veces pienso que estas generaciones occidentales hedonistas acostumbradas a la buena conciencia sin esfuerzo ni coste alguno, se habrían de poner en el lugar de ese pequeño Estado de Israel de tan sólo 22.145 Kilómetros cuadrados. Menos que la Comunidad Valenciana. Rodeado de enemigos cuya obsesión histórica es arrojarlo al mar, ¿cómo no comprender que se resistan a ser borrados de la faz de la tierra? Ponerse en su piel, reflexionar sobre la trágica historia de sus ciudadanos, mostrar empatía por quienes no tienen más patria que su voluntad de sobrevivir… ¡Qué menos!

Es intolerable que esos mismos populistas, progresistas, feministas… que montaron la de Dios es Cristo por el beso de un baboso, callen como putas ante las violaciones y depravaciones de mujeres judías. O contrasten agravios palestinos para escusar niños decapitados.

PD. Hamás no es Palestina, pero la mayoría de estos integristas islámicos, sí. Palestina tiene derecho a un Estado propio, pero Israel también. Nada podrá justificar los crímenes de Hamás, tampoco los que en venganza se cobre ahora Israel. Que cada cual se ponga en el lugar del otro antes de pontificar. Todos tenemos derecho a vivir, incluso a vivir en paz y sin miedo.

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