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Antonio Robles

Ave Feijóo, los que van a perder te saludan

Don Alberto, Puigdemont no miente, su vida entera es la mentira de una generación que ha convertido la guerra de sucesión en una guerra de secesión.

Don Alberto, Puigdemont no miente, su vida entera es la mentira de una generación que ha convertido la guerra de sucesión en una guerra de secesión.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. | EFE

La última "verdad feijoniana" que Puigdemont se ha sacado de la chistera como condición para apoyar la investidura de Sánchez, es el reconocimiento de Cataluña como minoría nacional históricamente oprimida por España. No como "nación cultural" que el nacionalismo logró colar en el preámbulo del Estatuto en 2006, sino como nación histórica con efectos jurídicos.

Se las prometían muy felices los padres de la patria cuando el Tribunal Constitucional dictaminó en la sentencia de 2010 sobre el Estatuto de Cataluña "la indisoluble unidad de la nación española", tal como reza el Art. 2 de la Constitución, pues es "la única en sentido jurídico-constitucional". Creyeron haber esquivado una vez más a los infelices separatistas con chatarra cultural. ¡Qué equivocados estaban! En realidad, al permitir incorporar el concepto de nación como concepto cultural en el preámbulo del Estatuto, acababan de colaborar una vez más con la construcción de un imaginario colectivo nacional catalán que adquiría identidad histórica, aunque sólo fuera como verbo. Solo hacía falta que el Verbo se hiciera carne. Y en eso anda Puigdemont ahora. Con su sola exigencia en la negociación de investidura ya está imprimiendo en el alma colectiva de "su pueblo" la existencia real de una nación que nunca existió. Casquería jurídica, sí, pero combustible para inflamar el espíritu del pueblo (Volksgeist, Herder, Humboldt), la conciencia étnica, el desgarro de una nación violada por sus enemigos. Aunque el detalle le ha pasado inadvertido al galleguista, a juzgar por las inquietantes declaraciones que hizo ayer en Barcelona a propósito de las mentiras de Sánchez y "las verdades" de Puigdemont.

Me he resistido durante años a creer que en Madrid no se enteraban de qué va esta vaina de la construcción nacional. Y efectivamente no se enteraban. Ni siquiera reparaban en los órdagos cada vez más supremacistas del nacionalismo. Sólo los tenían que escuchar. Y no lo hacían. Efectivamente, no mentían en las intenciones, aunque todo fuera mentira en sus fundamentaciones. Esto es lo que no ha entendido Feijóo cuando soltó ayer en Barcelona, que Sánchez miente mucho y Puigdemont dice siempre la verdad: "otros mienten mucho" (se refería sibilino a Sánchez)), pero "Puigdemont no nos ha mentido", "todo el mundo sabe lo que pide".

Es la peor versión de Feijóo y la más peligrosa. O ignora las consecuencias, o no ve la sombra que proyecta la gran mentira histórica de la nación catalana con la que nos martirizan cada día. ¿Acaso no mintió Carles Puigdemont cuando largó el 5 de septiembre que: "Cataluña es una nación, una vieja nación europea, que ha visto atacada su condición nacional por los regímenes políticos españoles desde 1714, hecho por el cual ve en su independencia política la única manera de seguir existiendo como nación"? ¿Y tal distorsión de la historia no alcanza cuotas insufribles de totalitarismo cuando su partido Junts exige que tal falsificación de la historia "no puede ser discutida"?

Yo puedo entender que quiera cargar las tintas sobre su rival político, pero de ahí a justificar a los mayores falsificadores de la verdad histórica de España, va un trecho.

En descargo de Puigdemont, debo decir que sus mentiras son las mentiras de toda su generación, lo cual no justifica ni una de ellas. De hecho, su vida está construida sobre un inmenso muradal de mentiras. ¿Miente o no miente Puigdemont cuando habla de presos políticos? ¿Falta a la verdad, o no, cuando asegura que el derecho de autodeterminación está abalado por el derecho internacional? Tal derecho solo es aplicable a los países colonizados. ¿Saben esto sus seguidores…? ¿ No es mentirles? ¿Mintió o no mintió a sus compañeros de gobierno cuando les incitó a volver a sus despachos a la mañana siguiente de su declaración de independencia, mientras él se ocultaba en el maletero de un coche camino del "exilio"? No sólo mintió, fue desleal con los suyos y un cobarde. ¿Miente cuando asegura que en Cataluña no hay conflicto lingüístico alguno? ¿Mentía cuando defendía el derecho inalienable de los niños catalanohablantes a estudiar en su lengua materna, o cuándo legislaba para impedir que lo hicieran en la suya los niños hispanohablantes? ¿Dice la verdad cuando cataloga de facha a cualquier ciudadano catalán que no es nacionalista? ¿No está mintiendo cuando asegura que el pueblo catalán es soberano para decidir libremente su futuro? ¿Acaso dice la verdad cuando se hace llamar presidente de la República catalana en el exilio? ¿Existe una República catalana? ¿Miente cuando exige el derecho a decidir la autodeterminación, o cuando niega ese mismo derecho a decidir la lengua vehicular de la enseñanza? ¿Miente cuando dice que el referéndum del 1 de Octubre fue legal, o cuando ignora el resultado del referéndum que él mismo impulsó en su fantasmagórico "Consell de la República"? ¿Miente cuando habla de expolio fiscal y asegura que España nos roba, o cuándo niega haberse apropiado de bienes públicos para arruinar el buen nombre de España en el extranjero? ¿Miente o no miente cuando asegura que Colón era catalán y los andaluces se pasan la vida en el bar mientras Cataluña se desloma trabajando?

Mire Don Alberto, Puigdemont no miente, su vida entera es una mentira, la mentira de una generación colgada de 1714 que ha convertido la guerra de sucesión en una guerra de secesión. ¿Esa es la verdad que usted está dispuesto a considerar?

PD: La terrible verdad que emana de la aceptación de tantas mentiras es que si Feijóo está dispuesto a "normalizar sus relaciones con el nacionalismo" cuando estos están exigiendo amnistía, referéndum, y la consideración jurídica de la nación catalana, ¿cómo van a regatearle la exclusión de los derechos lingüísticos que llevan décadas llevando a cabo con más de la mitad de Cataluña? ¿Cómo conseguir lo menos, si están en lo más? Ave Don Alberto, los que van a seguir siendo excluidos, le saludan.

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