Especulemos. Imagine el lector qué habría ocurrido si al embajador de España en Berlín se le hubiera pasado alguna vez por la cabeza incurrir en la insolencia de hacerse entrevistar en uno de los periódicos de mayor difusión en Alemania para exponer su opinión política a propósito de un asunto interno, alguno que resultase particularmente polémico y objeto de intensa confrontación. El escándalo habría resultado mayúsculo. De entrada, los alemanes, con su canciller al frente, habrían enviado a pastar al desvergonzado funcionario extranjero. El conflicto diplomático estaría servido. Porque ningún país que se respete a sí mismo tolera que se produzcan, y menos en su suelo, tal tipo de intromisiones en sus asuntos.
Esas licencias por parte de terceros, tan habituales durante el siglo XIX en las repúblicas bananeras sometidas a la doble tutela del embajador de los Estados Unidos y a la de los directivos de la United Fruit Company, en nuestro tiempo presente solo se suelen producir con tal grado de descaro en algunos Estados africanos, y solo a instancias de sus antiguas potencias coloniales. Pero ocurre que la señora embajadora de Alemania en Madrid, María Margarete Grosse, debe de creer en su fuero interno que, en realidad, la han destinado a Túnez o a Gabón.
Así, ni corta ni perezosa, la señora Grosse eligió la jornada en la que cientos de miles de ciudadanos españoles ocupaban las calles de Madrid en protesta contra la amnistía a los insurrectos, justo ese día, para explicarle a Enric Juliana en La Vanguardia que ella cree que esa amnistía es plenamente legal y constitucional. Porque, claro, quien conoce de verdad la Constitución española es la embajadora de Alemania, no los pobrecitos españoles que opinan lo contrario. Bien haría, sin embargo, la señora Grosse si leyera su propia ley fundamental en lugar de darnos lecciones sobre la nuestra. Y podría empezar por el artículo 21, que reza lo siguiente: "Son inconstitucionales los partidos que según sus fines o según el comportamiento de sus adherentes, tiendan a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania". Danke.