Después de los resultados del 23 de julio y visto el panorama que ha prolongado forzadamente nuestro "gobierno en funciones" los últimos cuatro meses, es fácil deducir la estrategia de las diferentes facciones en lidia. Y recuérdese que facción viene de bandería, bando o fracción política. El otro día me reprochó una amiga cómo podía yo seguir escribiendo sobre política (que no me gusta) "sin querer tener datos de primera mano", según sus propias palabras. Para ella los datos de primera mano vendrían de los canales oficialistas que ella frecuenta, y lo demás lo descalifica como bulos, medias mentiras o manipulaciones. Difícil saber dónde está la verdad, porque la verdad, como dijo Albert Einstein, es una cuestión de perspectiva, por eso yo exhibo un cierto espíritu crítico y cultivo una sana desconfianza de la verdad basada exclusivamente en la acumulación de datos. Nuestro actual problema no es la falta de información (como antiguamente) sino el exceso de ella. Pecamos por exceso, como antes pecábamos por defecto, y si es cierto que la acumulación de datos nos da la verdad, entonces la AI (Inteligencia Artificial) pronto se alzará con la verdad absoluta. Dios nos coja confesados ese día. Noam Chomsky, al que no se le puede acusar de fascista, dice que "la mente humana es un sistema sorprendentemente eficiente y elegante que opera con una cantidad limitada de información. No trata de lesionar correlaciones a partir de datos, sino que intenta crear explicaciones...".
Si yo fuera de Junts per Catalunya me hubiera hecho el siguiente cálculo político: al PSOE le faltan unos pocos votos para formar gobierno y depende de nosotros. Vamos a vender caros nuestros votos exigiendo una amnistía que nos facilite la vuelta al ruedo político a cambio de nuestro apoyo a la investidura. Probablemente Sánchez la prometa y hasta la tramite públicamente, sabiendo sin embargo que levantará a más de la mitad del país en su contra.
El presidente en funciones agotará el periodo de negociaciones crispando más y más a la sociedad española, cosa que evidentemente le viene bien a Junts por eso del "divide y vencerás". No son tan ingenuos los nacionalistas catalanes como para confiar en que Sánchez conseguiría la amnistía antes de la investidura, puesto que el Senado y otras instituciones procurarán retrasar los trámites y pondrán todo tipo de trabas legales por su carácter inconstitucional. Finalmente, ya casi a las puertas de unas nuevas elecciones que, visto el ambiente de oposición que ha ido creciendo en España, serían claramente desfavorables a la izquierda y a los nacionalistas, Junts se ha erigido en árbitro de la política española y le ha proporcionado los votos necesarios al PSOE, sabiendo sin embargo que a Sánchez le resultará difícil cumplir su promesa, o que tal vez nunca haya pensado en cumplirla. Pero para ese más que probable caso ya habrían alcanzado dos o tres ventajas: prebendas económicas para Cataluña, que "la derecha" contraria a sus intereses no llegue al poder, el deterioro de las instituciones, una España aún más dividida y una excusa perfecta para, si llega el caso, volverse contra el nuevo gobierno de Sánchez que les ha "traicionado". Si Sánchez consiguiera forzar la amnistía a pesar de todo, mejor que mejor, tanto para los independentistas vascos y catalanes como para la izquierda en general, pero si no lo consiguiera, siempre le queda el recurso de culpar a la derechona fascista y retrograda que se ha opuesto a la "reconciliación" de España… A eso habría que sumar que la mayoría de las comunidades autónomas están en manos de gobiernos "de derechas". Como bien dice mi amiga, tenemos por delante una legislatura difícil. ¿No hubiera sido más fácil y mejor para todo el mundo que los dos partidos políticos mayoritarios se coaligaran pactando pragmáticamente sus programas de gobierno? Hay una canción de John Lennon que habla de eso, se llama Imagine.