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Itxu Díaz

Las nuevas viejas tácticas

Lo primero que demuestra este regreso a las tácticas de inteligencia del siglo XX es que siguen siendo eficaces. Es más: funcionan mejor que nunca.

La nueva guerra es la vieja guerra. Bélgica ha detectado varias redes de injerencia de Rusia en las próximas elecciones europeas. Una vez más. También la Inteligencia americana ha detectado en varias ocasiones casos de injerencia china en sus elecciones; la última, lo hacían a través de cuentas falsas de Tik Tok, una app que sirve solo para dos cosas: hacer bailes tontos y desestabilizar políticamente Occidente.

Que Rusia y China utilicen las nuevas viejas técnicas de espionaje no sorprende en absoluto, es lo suyo, sorprendente sería que celebraran la tomatina de Buñol. Y que a veces las agencias de inteligencia detecten estos movimientos y lo denuncien es importante, pero insuficiente.

Si los gigantes comunistas vuelven a las andadas de la guerra subterránea, los bombardeos psicológicos, los intentos de manipulación de masas, y demás estrategias de ayer, lo que deberíamos exigirle a los líderes de Occidente no es solo que frenen el golpe, sino que lo asesten. Por una vez, que golpeen, que paguen a los tiranos con la misma moneda.

Lo primero que demuestra este regreso a las tácticas de inteligencia del siglo XX es que siguen siendo eficaces. Es más: funcionan mejor que nunca. Pensemos en la ola woke que arrasó el mundo occidental estos últimos años. La mayoría de sus postulados eran tan estúpidos que no solo no deberían recibir adhesiones, sino que lo más que moverían es a la risa a cualquier observador. Sin embargo, incluso en su vertiente más enloquecida, la marea woke triunfó, aunque hoy esté en feliz retirada. Y triunfó porque las viejas tácticas de manipulación están viviendo una segunda juventud aupadas por las mil posibilidades que hoy ofrece la tecnología.

Muchos de los debates woke jamás deberían haber calado en la opinión pública, al menos a la opinión pública que aún conserva el cerebro instalado de fábrica. Pero la injerencia ideológica del wokismo fue canalizada con idéntica táctica sibilina que la empleada por rusos y chinos, solo que en lugar de espías comunistas lo que hubo fueron grandes corporaciones, que pusieron a favor de la causa todo su actual potencial de comunicación: desde los avatares en redes sociales hasta los mensajes de presunta responsabilidad social corporativa en su web o en sus productos. Todo lo subliminal, y todo lo explícito.

Los mismos agentes del wokismo están desarrollando otra estrategia de manipulación idéntica, pero esta vez en el ámbito del ambientalismo. Por eso no te asombrará ver la uniformidad asfixiante que existe en torno al complejo asunto del calentamiento global. Da igual qué aplicación abras, da igual qué periódico leas, da igual qué canal de televisión sintonices, da igual qué productos compres en el supermercado: por todas partes encontrarás pequeñas píldoras de simplicidad extrema sobre el calentamiento global, cuya única misión es que se te claven en la cabeza, hasta que te sientas un desgraciado si no las compartes como aparentemente hace todo el mundo.

En realidad, no es todo el mundo. Son las élites –sí, las élites globalistas, los lunáticos de Davos, por ejemplo—, las corporaciones, las empresas que tienen intereses en el desarrollo de las tecnologías llamadas "limpias" –el propio nombre es de una manipulación insoportable—, los lobbys, y los partidos que van desde el centro tímido hasta la extrema izquierda.

La única forma de defendernos de la lluvia fina manipuladora es empeñarnos en ser fieles a nuestro criterio, y naturalmente dudar de todo lo que vemos y oímos, que siempre es algo sano. Tampoco está de más mantener a lo largo de los años un empeño serio por la formación, por cuidar las fuentes, y por alimentar la curiosidad intelectual.

Si bien es cierto que muchos prefieren ser arrastrados por una corriente que saben que está a rebosar de mentiras y turbios intereses, que vivir a la contra, que es muy cansado, y además sale bastante caro. Supongo que no todo el mundo puede ser Loquillo en su vida. Pero la libertad merece la pena siempre.

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