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Percival Manglano

El Monopolio del Bulo

Por desgracia, Sánchez siempre podrá contar con la colaboración de unos periodistas para amordazar a otros periodistas en nombre de la libertad de prensa.

Por desgracia, Sánchez siempre podrá contar con la colaboración de unos periodistas para amordazar a otros periodistas en nombre de la libertad de prensa.
Pedro Sánchez, durante su entrevista en TVE | EFE

A estas alturas es evidente que Pedro Sánchez nunca se tomó esos cinco días para reflexionar sobre si le merecía la pena seguir en el poder; se los tomó para reflexionar sobre CÓMO le merecía la pena seguir en el poder.

El discurso en el que anunció su permanencia en el poder (¡tachán!) desveló sus condiciones para continuar. Merece la pena resumir su estructura. Básicamente, es un drama en tres actos:

  • Primer acto: "No me merece la pena seguir en estas condiciones dada la magnitud de los ataques a los que nos enfrentamos Begoña y yo".
  • Segundo acto: "La movilización social de estos últimos días ha influido decisivamente en mi reflexión. He decidido seguir como presidente y lo hago con más fuerza que nunca".
  • Tercer acto: "Esto supone un punto y aparte. Yo, en nombre de la mayoría social, me movilizaré para poner freno a la ‘política de la vergüenza’. Daremos paso a una era de limpieza que acabará con el fango español y con el movimiento reaccionario internacional".

Dado que el segundo acto se basa en una mentira evidente —no hubo una movilización masiva en las calles que le pudiese convencer de que su permanencia en el poder era indispensable—, toda la argumentación se desploma.

Esto demuestra, a su vez, que el drama no debe leerse de manera lineal sino reversa. Es decir, no es que Sánchez se quisiese ir y las masas progresistas le convencieron para quedarse e intervenir la Justicia y la Prensa españolas; es que Sánchez quería intervenir la Justicia y la Prensa e hizo un amago de irse para provocar una reacción que le permitiese justificar su intervención.

Si bien la movilización en la calle fue escasa, hubo otra movilización que merece la pena destacar. Me refiero al manifiesto promovido por Silvia Intxaurrondo para atacar la libertad de prensa. Al grito de "No al golpismo mediático" y "No a la máquina del fango", Intxaurrondo y sus adláteres se ofrecieron a Sánchez como fuerzas de choque contra los periodistas incómodos.

Este movimiento es absolutamente clave para la estrategia de amordazamiento de la prensa libre anunciada por Sánchez. La estrategia triunfará en tanto que sean unos periodistas los que amordacen a otros. Es mucho más efectivo que unos periodistas se erijan en sumos sacerdotes de la verdad y, en consecuencia, se legitimen a sí mismos para quemar en la hoguera de la herejía a otros periodistas a que lo haga el Gobierno.

Es evidente que el objetivo de Sánchez no es luchar contra los bulos sino crear un monopolio de los bulos. Este monopolio será concedido a Intxaurrondo y demás firmantes de su manifiesto con un doble objetivo: convertir el bulo en información y, segundo, convertir la información de quienes contradigan e incomoden a Sánchez en bulo.

Por desgracia, Sánchez siempre podrá contar con la colaboración de unos periodistas para amordazar a otros periodistas en nombre de la libertad de prensa.

Percival Manglano es abogado

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