Como es sabido, el gran asunto en Cataluña ya no es la independencia y la construcción nacional en el marco de una república soberana, sino tener contenta a la tribu de los indios seminolas, que son unos parientes de los apaches que quieren montar un negocio de ruletas y máquinas tragaperras en un descampado de Tarragona. Por los seminolas fuimos a las urnas en el País Petit hace cinco minutos. Y por los seminolas acaban de guardarse los principios y la dignidad en el bolsillo trasero del pantalón, ese que convive en vergonzante roce crónico con la nalga y su víscera vecina, los muchachos de Yolanda Díaz en la demarcación.
Así, tras ayudar a que fuese defenestrado el pobre Aragonès por lo del negociete de los indios, ahora acaban decirle a Illa que, si hay jamón institucional para ellos, están dispuestos a tragar con los seminolas, con los sioux y, si hace falta, también con los cheyenes. Algo, esa predisposición de los Comunes al pacto con el PSC, que deja entrever la posibilidad real de que Illa intente alumbrar un tercer tripartito, tras los precedentes de Maragall y Montilla. Al respecto, conviene no perder de vista que la Esquerra actual ya no está formada, como en su día, por un grupo de idealistas e ingenuos separatistas de pueblo.
Existen grandes intereses económicos vinculados a las subcontratas privadas de servicios sociales dependientes de la Generalitat que ahora mismo dependen de que Esquerra siga o no en el Gobierno. Algo que va a pesar mucho en la decisión final del partido. Montones de dirigentes y militantes de ERC viven de esa muy opaca administración pública paralela. Desde las residencias concertadas para la tercera edad hasta los centros residenciales destinados a acoger a los menas, en ese circuito se mueve mucho dinero. Y fuera del Presupuesto, ya se sabe, hace frío. Yo creo que vamos al Tripartito (3.0). Y si fuera así, la política lingüística recibirá la enésima vuelta de tuerca para que ERC logre legitimar el acuerdo ante su clientela. Nos espera otra ración de talibanes.