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Los sindicatos se apuntan al timo de la jornada laboral

Los propios sindicalistas saben que el documento es papel mojado pues no va a superar el trámite parlamentario.

El acuerdo firmado por la vicepresidenta segunda del Gobierno con UGT y CCOO es otra actuación grotesca de un Ejecutivo sentenciado, que ya solo se preocupa de fabricar propaganda. La reducción de la jornada laboral pactada con los dos grandes sindicatos de izquierdas es, en efecto, un brindis al sol sin contenido práctico pues, como saben perfectamente los firmantes, el parlamento rechazará de plano esta medida en cuanto el texto de la reforma llegue al Congreso de los Diputados.

El documento suscrito reduce la jornada laboral a las famosas 37,5 horas semanales, en lugar de las 40 actuales, y concede un plazo de un año a todas las empresas españolas para que adapten sus modelos productivos y de gestión de recursos humanos a esta nueva realidad. No es de extrañar que la patronal haya evitado estampar su firma en el acuerdo, pues la implantación de una medida de estas características, sin establecer siquiera un periodo suficiente de adaptación, provocaría un cataclismo en nuestro tejido empresarial que llevaría al cierre de numerosos negocios y a un aumento exponencial del desempleo.

Yolanda Díaz lleva meses tratando de sacar adelante de manera obsesiva la implantación esa medida con la despreocupación que caracteriza a los comunistas cuando llegan al poder. Pero una economía desarrollada como la española, sometida, además, a un régimen fiscal de tintes confiscatorios no puede, de la noche a la mañana, implantar una reducción de la jornada de trabajo sin merma del sueldo como pretende la vicepresidenta del Gobierno socialcomunista.

Con la ausencia de vergüenza ajena que caracteriza a los ultraizquierdistas, Díaz se jactó en la presentación del acuerdo de haber "escrito una nueva página en el libro de las grandes conquistas laborales de nuestro país, que se va a estudiar en todas las universidades del mundo". Es francamente dudoso que el hallazgo de Yolanda, Pepe Álvarez y Unai Sordo vaya a despertar un interés académico de dimensiones internacionales, pero como ejemplo práctico de lo que no debe hacer un Gobierno en materia económica, el papelón de estos tres políticos izquierdistas tiene un indudable valor.

Los propios sindicalistas saben que el documento es papel mojado pues no va a superar el trámite parlamentario. La única que ha decidido huir de la realidad es Yolanda Díaz que, como Sánchez, ya solo se preocupa fabricar propaganda, aunque sea tan burda como este timo de la jornada laboral al que se han apuntado con entusiasmo, cómo no, las falanges sindicales del sanchismo.

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