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Carmelo Jordá

Sánchez empieza a dar menos miedo

Cómo tendrá que ver las cosas Oughourlian para que la última envolvente del Gobierno le haya hecho rebelarse.

Archivo | LD

Tenga el final que tenga la historia, lo que está ocurriendo en Prisa es sin duda alguna la mayor prueba de debilidad que ha dado el Gobierno en los últimos meses, y mira que el mismo día que estallaba el asunto perdían, por auténtica goleada, una votación parlamentaria con el voto en contra de sus propios compañeros del Consejo de Ministros, una de las cosas más locas que se han visto por estos lares en los que tantas cosas locas hemos visto ya.

Una votación, dejen que me recree un poco en esto, sobre un tema como la vivienda que no sólo es una de las mayores preocupaciones reales de mucha gente en España en estos momentos, sino que ha sido elegido por el propio PSOE como una de sus banderas electorales, aunque sólo sea a base de vender humo, porque nada de lo que puedan hacer en ese campo se va a acercar lo más mínimo a una solución.

Un bofetón parlamentario descomunal, capaz de tumbar a una manada de elefantes adultos como decía el gran Ibáñez, pero que ni es el primero ni será el último: en lo que quede de legislatura lo único que se va a aprobar son los regalos a Puigdemont y siempre que a este le apetezca.

Sin embargo, lo de Oughourlian –siempre que escribo este apellido tengo la sensación de que estoy metiendo alguna errata– es mucho más novedoso, es más, yo diría que es inédito: un empresario plantándole cara al Gobierno, desobedeciendo las instrucciones de Moncloa y, probablemente, liquidando a los esbirros de Sánchez en la compañía.

¡Y encima un empresario que es de los suyos!

Porque hasta ahora Oughourlian –sí, lo he vuelto a comprobar letra a letra– había estado al servicio de Moncloa como el que más, siempre en primera línea de combate, con Lo País y la SER tan entregados a la causa que sólo les ha faltado trasladar su sede a Ferraz, sin ningún pudor y sin miedo a un ridículo en el que caían día sí y día también, contratando a los más granado del equipo de opinión sincronizada y con la misma independencia editorial e idéntica altura moral que la Pravda.

Cómo tendrá que ver las cosas Oughourlian para que la última envolvente del Gobierno le haya hecho rebelarse, qué escasa será su fe en que Sánchez le pueda pagar en el futuro los favores del presente, hasta qué punto llegará su percepción de debilidad y provisionalidad del Ejecutivo para ir a la guerra total, negarse a entregarle otra televisión a Sánchez y poner de patitas en la calle a sus peones.

Puede que al final Moncloa se imponga, que sus esbirros ganen la batalla, se hagan con la empresa y le den al Gobierno una nueva cadena aún más de extrema izquierda y entregada que TVE, y mira que eso es difícil. Pero eso no cambiará la esencia de lo que ha ocurrido: Sánchez, el asesino –políticamente hablando, claro– en serie de rivales dentro y fuera del partido, el hombre del que todos sabemos que es capaz de cualquier cosa, empieza a dar menos miedo.

Esto sí que puede ser un terremoto.

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