Para mí tengo que Sánchez, un tipo inclinado de natural por lo temerario, rasgo muy propio de su psicología profunda que ha puesto de manifiesto unas cuantas veces a lo largo de esa carrera política suya, le va a hacer un gallina a Feijóo con el asunto de aumentar el presupuesto militar. Y es que lo de gastar en armas es algo que tiene muy difícil venta entre la clientela de la izquierda. Así las cosas, si ya le costó Dios y ayuda al Felipe endiosado de principios de los ochenta colocar la mercancía de la OTAN con calzador, imagínese lo que ahora puede suponer para Sumar tragarse con patatas un incremento del arsenal de guerra inducido por Bruselas.
De hecho, si se piensa un poco en ello, la conclusión es que no habrá manera de colarlo. Porque la presunta extrema izquierda nominal de ahora vegeta inmersa en una esquizofrenia que, salvo en la devoción por los transexuales, le impide resultar coherente hasta el final en nada. De ahí que puedan predicar en público su apoyo sin fisuras a la causa bélica de Zelensky y, al mismo tiempo, oponerse a que los aliados de Zelensky se provean de los recursos militares precisos para defender esa misma causa. Es sabido que en su cosmovisión lisérgica las guerras se ganan enviando a unas feministas a la línea del frente para que dialoguen con el enemigo usando el mismo teléfono de rosca que hizo famoso Gila.
Y si no rondaran todavía por ahí los restos insepultos de Podemos, en fin, Yolanda todavía lo podría intentar. Pero es que el matrimonio Ceaucescu, que nada tiene que perder por no facturar en el Gobierno, va a exprimir a fondo el limón de la demagogia salchichera antimilitarista. Teatrillo que puede resultar letal para Sumar. Conclusión del enredo: Sánchez no dispondrá de una mayoría propia en el Congreso para que le voten eso. De ahí el pronóstico del gallina. Porque Feijóo es demasiado prudente (no como Fraga, que en el fondo era muy vasco) como para hacer campaña contra la OTAN de nuevo.