Pleitos tengas…
Para que Puigdemont tenga derecho a una indemnización por la investigación de la trama rusa no basta que el asunto se haya archivado sin que nadie acabe investigado.
Carles Puigdemont se propone demandar al Estado español para reclamarle una indemnización por funcionamiento anormal (que ya podían ir pensando en una manera diferente de llamarlo) de la Administración de Justicia. Viene a cuento del definitivo archivo de la investigación de la trama rusa que un juez de Barcelona, hoy ya jubilado, mantuvo abierta a pesar de la orden de darle carpetazo emitida por la Audiencia de Barcelona. Es posible que el juez obrara con exceso de celo en su búsqueda de pruebas de una cooperación con los servicios secretos rusos que podría considerarse como una traición. Y tal vez resultara que, a pesar de las reuniones y los contactos, no había forma de probar la comisión de un delito. Quizá el juez cometiera alguna torpeza y haya proporcionado sin querer la base argumental para reclamar una indemnización. Y cabe incluso que la demanda esté tan bien armada que los jueces acaben dándole la razón al sedicioso de modo que el Estado tenga que indemnizarle.
Todo indica que Gonzalo Boye, el ilustre letrado que asesora a Puigdemont, redactor de la ley de Amnistía, autor de la filigrana con la que el texto aspira a pasar el filtro del derecho europeo, ha considerado que el caso está "ganado" y que merece la pena ir a pleito. Sin embargo, el jurisperito, ducho en tantas materias, quizá por su origen chileno o tal vez por haber estudiado la carrera a distancia, desde su mansión carcelaria, ignora que, en España, cuando uno se relaciona con la Justicia, "ganado" no pasa de ser un conjunto de reses y que no hay maldición gitana más letal que la de "pleitos tengas y los ganes", porque aquí es habitual que los procesos los cargue el diablo.
Para que Puigdemont tenga derecho a una indemnización por la investigación de la trama rusa no basta que el asunto se haya archivado sin que nadie acabe investigado. Es necesario la absoluta y total falta de indicios. E indicios, claro que los había. Hasta el punto de que David Alandete ha escrito un libro contándolos, La trama rusa, y a nadie se le ha ocurrido demandarle por difamación. Está acreditada la presencia de agentes del GRU en Barcelona los días del referéndum. Como lo está el envío de representantes a Moscú. Y los ofrecimientos de ayuda del Kremlin no han sido desmentidos. En todo lo que hay probado, quizá no haya delito. Pero trama, por supuesto que la hubo.
En tales condiciones, es incomprensible que los nacionalistas catalanes, que por ser nacionalistas y catalanes no tienen por qué ser tontos, se empeñan en que se abra un nuevo procedimiento judicial que tendrá que investigar hasta qué punto los indicios que dieron lugar a la investigación la justificaron o no. Ahí saldrán de nuevo la presencia de espías en Barcelona, los contactos de la Generalidad con el Kremlin y se añadirá el revelador hecho de que Puigdemont comparte abogado con Pablo González, espía ruso capturado por las autoridades polacas e intercambiado posteriormente, junto con otros agentes de Putin, por occidentales detenidos en Rusia. Ellos sabrán lo que hacen.
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