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La RAE, Machado y Ridruejo

La RAE va a montar un sarao sobre Antonio Machado. Todo saldrá requetebién. Ni un pero pondré. No descartó asistir al espectáculo.

Santiago Muñoz, director de la RAE | Europa Press

Al enterarme del homenaje que prepara la RAE a Machado no pude quitarme de la cabeza el nombre de otro poeta, prologuista de la edición de la obra poética de Antonio Machado, allá por el año 1940, Dionisio Ridruejo. La RAE va a montar un sarao sobre Antonio Machado. Está bien. Participarán en la cosa gente del actual régimen político y cultural. No lo veo mal. Es una forma de darle continuidad al otro régimen, el de Franco, que tanto bien hizo por la cultura y las bellas artes de España, según dicen los que saben de la cosa; aunque yo no soy tan optimista a la hora de valorar nuestro pasado, reconozco muchas continuidades entre ambas etapas. ¿O acaso no dieron, en efecto, continuidad a nuestras tradiciones culturales, poéticas y literarias grandes personajes del Franquismo, como Pedro Laín Entralgo, miembro de número de varias Reales Academias y, por supuesto, presidente de la RAE, entre 1982 y 1987, en un período clave de la genuina "Transición" del Antiguo Régimen a la Cosa que ahora nos envuelve y sufrimos? Franquistas y demócratas, arribistas y advenedizos, en fin, la mescolanza de una casta política sin principios con unas "elites" culturales mediocres han colaborado estrechamente hasta dar lugar a lo que ahora tenemos. ¿Cómo llamarle al nuevo régimen? ¿Estado de las Autonomías? ¿Estado sin nación?… No importa. Basta con referirnos a la España de Guerra y González, de Zapatero y Sánchez. Los otros, los del PP, pue eso, han sido buenos acompañantes y aplauden los "cambios" del socialismo, e incluso hacen loas al cantonalismo de las Autonomías, y, de vez en cuando, entonan cancioncillas al Estado Social y de Derecho de España, y nunca dejan de alabar, entre la fruición y el desencanto, la defensa de la "Idea de los Derechos Históricos" Miguel Herrero Rodríguez de Miñón…

En fin, en esta España borrascosa y nublada, saldrá a pedir de boca el homenaje a Machado. La performance será un éxito de público. El espectáculo está asegurado, sí, porque al mando de la cosa está otro gran Machado, Santiago Muñoz Machado, gran administrativista y ganadero de reses bravas, aparte de ser un erudito en las obras Cervantes y Ginés de Sepúlveda. El actor de Chinchón, José Sacristán, famoso por sus tartamudeos, en el cine español de los sesenta y setenta, y figura principal en la película de Garci, Asignatura pendiente, leerá la primera redacción inacabada (1931) que escribió Antonio Machado para su Discurso de Ingreso en la Academia de la Lengua, cantará Serrat y, en fin, imagino que también actuará el Guerra, famoso por su eslogan: "España con los socialistas no la reconocerá ni la madre que la parió". Todo saldrá requetebién. Ni un pero pondré. No descartó asistir al espectáculo.

Mientras llega ese día, releeré las páginas que escribió Dionisio Ridruejo, el escritor soldado de la División Azul que acusó a Franco de traicionar a Falange, a una edición de la Poesía de Antonio Machado, en 1940. También fueron publicadas en el número 1 de la revista Escorial, 1940, con el significativo título El poeta rescatado. Aquí les dejo el final. Quizá el Guerra, u otro que pase por allí, las lea con la misma emoción que las escribió el poeta de Burgo de Osma: "Murió D. Antonio en tierras de Francia. Quienes tanto ruido y alharaca armaron en defensa de la ‘cultura occidental democrática’ contra España no supieron rodear la muerte de este hombre del consuelo y del honor que merecía. Murió allí ignorado, en soledad y desatendido —después de estar en un campo de concentración— el único fragmento verdadero de ‘cultura universal’ de que los enemigos habían dispuesto, el único que por los puertos pirenaicos recibió aquella Francia a quien Dios perdone, ya que los hombres le han dado su castigo. ‘A bordo, ligero de equipaje, casi desnudo como los hijos de la mar’, despojado de sus anécdotas, de sus circunstancias, ¿qué visiones poblaron el tránsito del hombre? ¿Qué infantiles Sevillas? ¿Qué Sorias, traspasadas de espíritu, el corazón bajo la tierra? ¿Qué Moncayo, Urbiones, Aguaitines y Magines, gloriosamente coronados? Con su muerte moría la melancolía de España. La melancolía que pudo llevar a España y lo llevó a él al error y la muerte. Con su muerte, o con su vida, nacía la otra España clara, la que va a merecer el alma de su verso como la fortaleza merece la caricia. La España que él quizá vio y entendió en esa hora grave y ligera, espesa y luminosa, cuando él dormía el sueño no contado y Dios estaba despierto".

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