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Pedro Gil Ruiz

Excombatientes socialdemócratas piden la dimisión de Pedro Sánchez

El equilibrio de nuestra convivencia ha sido posible desde 1978 gracias a opciones políticas de derecha e izquierda constitucionales, y por ello españolas.

EFE

Cuando Alfredo Pérez Rubalcaba se manifestó contrario a la Gran Coalición entre el PP y el PSOE -hace 11 años, en mayo de 2014- lo hizo con un argumento propio del que conoce a sus paisanos: "No sería bueno para España ni para el PSOE y porque se dejaría sin alternativa a una parte sustantiva de la población". Así es. No se debe privar a una facción de españoles del gustazo de despellejar al que manda cuando no es de los suyos. Mientras la otra facción espera turno para hacer lo propio. En el medio están los indecisos o pasotas, a los que les da lo mismo ocho que ochenta. En este grupo abundan "los enteraos". Son el "centro sociológico" y las facciones los engatusan -ayudados por los gurús- con buenas o malas mañas, depende. Rubalcaba sabía que las elecciones generales cumplen una función terapéutica: sirven para soltar la mala sangre y que la cosa no vaya a más. El problema es cuando te toca un presidente como Sánchez, se recalienta el personal y el muy chulángano encima disfruta. El electorado acumula tanta ansiedad y mala leche que cuatro años de espera se les hacen "insoportables" como diría Pepe Álvarez. Así que los dirigentes de la oposición se las ven y se las desean para conducir la situación. Convocan manifestaciones, pero ni por esas. A los pocos días la ansiedad es mayor. Además, no hay que olvidar a los "verdaderos patriotas", que van a la suya y le hacen el juego a la izquierda.

Como la situación política se está saliendo de madre y hay socialistas responsables, un grupo de estos le ha enviado una carta al secretario general Sánchez para que dimita. La pena es que ninguno tiene mando en plaza, pero eso no les resta ni un ápice de razón. El que lo encabeza y consta como remitente, es un señor nacido en Alcazarquivir, cuando era española, y fue diputado socialista por Teruel en 1979, la legislatura constituyente. Siguió como representante de la soberanía nacional hasta 1989. Se llama Pedro Bofill y le honra el gesto. "Los casos de corrupción vinculados a personas de tu máxima confianza, como lo han sido los dos últimos secretarios de organización, se suman a una práctica de gobierno caracterizada por espurias decisiones políticas que han supuesto una efectiva mutación de nuestra Constitución, que fue aprobada en referéndum por el pueblo español". Lo clavan.

Decenas de exaltos cargos socialistas piden la dimisión de Sánchez para salvar al PSOE: "Es imprescindible un cambio"

Entre los firmantes están Barrionuevo y Rafael Vera; Alejandro Cercas, Rafael Delgado -que fue jefe de gabinete del vicepresidente Alfonso Guerra-; Tomás Gómez, Eligio Hernández -exfiscal general del Estado y colaborador de Libertad Digital-; los ministros César Antonio Molina y Sáenz Cosculluela; Rodríguez de la Borbolla, Nicolás Redondo… Hasta un total de 38 altos cargos socialistas le piden a Pedro Sánchez "su inmediata renuncia como secretario general del PSOE". Motivos no les faltan: "la prórroga injustificada de los Presupuestos Generales del Estado, la progresiva marginación del poder legislativo, el reiterado incumplimiento de los compromisos electorales, el deterioro del Estado de Derecho, el ejercicio discrecional del poder ejecutivo, la ocupación de los órganos de control del Estado, las negociaciones opacas sobre una ley de amnistía a medida de las exigencias de un prófugo de la justicia y la alarmante falta de transparencia en la gestión pública". Prácticas que aseguran los firmantes "han provocado un grave deterioro institucional y han alimentado la desconfianza de la ciudadanía hacia el sistema democrático".

Con la excepción del César Antonio Molina, que fue ministro de Cultura de Zapatero (en una entrevista cuenta como le cesó: "Me dijo tres cosas, que yo era muy austero y que necesitaba una chica joven y glamur. Se me cayó el mundo encima cuando escuché lo de la austeridad, que para mí era una virtud esencial en política"), es relevante, como diría el cursi, que los ministros y altos cargos zapateriles hagan mutis por el foro y ningún otro firme la carta.

Agradecerles su decisión, la democracia necesita estos gestos. Ellos saben lo que todos sabemos, aunque algunos digan que no va con ellos: que el equilibrio de nuestra convivencia ha sido posible desde 1978 gracias a opciones políticas de derecha e izquierda constitucionales, y por ello españolas. Que sin alternancia en el Gobierno de la Nación, la democracia degenera. El electorado de izquierdas necesita una opción política que asegure esa alternancia de poder (no bromas como las que se inventaron cuatro prosoviéticos, recriados en Izquierda Unida). Salvar al PSOE de sí mismo es un servicio público. Porque, no se le debe escapar a usted, lector de Libertad Digital, esa extraña coincidencia que se da entre extremistas de derecha y de izquierda. Entre independentistas y filoetarras. Coincidencia que tiene a nuestra Constitución como el origen de todos los males y el objetivo a batir.

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