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Santiago Navajas

El Tribunal Constitucional ha muerto. ¡Viva el tribunal socialista!

No hay mayor corrupción de la lengua española en la actualidad que la de denominar como "progresistas" a los socialistas más reaccionarios.

MADRID, 23/06/2025.- El presidente y la vicepresidenta del Tribunal Constitucional (TC), Cándido Conde Pumpido e Inmaculada Montalbán, respectivamente, durante el pleno pleno histórico de cinco días, que ha arrancado este lunes en Madrid, centrado en exclusiva en la ley de amnistía, con una ponencia que propone avalar la norma en líneas generales y que augura un debate intenso entre sus magistrados. EFE/ Borja Sanchez-Trillo | EFE

Ahora que Felipe González dice que no volverá a votar al PSOE mientras esté Pedro Sánchez cabe recordar que quien empezó a desmontar el estado de Derecho, la nación política española y la concordia entre ciudadanos, sustituyéndolas por un guerracivilismo primario, fue el mismísimo González. En 1993 el presidente socialista estaba cercado por casos de corrupción, terrorismo de Estado y desastre económico. Entonces jugó la carta a la que todo socialista echa mano en tiempos de tribulación: Franco. La politización de la Guerra Civil, que hoy está institucionalizada y blanqueada en forma de "memoria democrática", dio comienzo en medio de la desesperada campaña electoral emprendida por Felipe González en aquellas fechas. Pero fue con el voto sobre la expropiación de Rumasa cuando los socialistas felipistas hirieron de muerte al Tribunal Constitucional. Con la amnistía, los socialistas sanchistas no han hecho sino darle el tiro de (des)gracia. Culpa en gran parte también del Partido Popular que tenía que haber tenido la imaginación jurídica y el coraje política para sustituir el TC por dos salas del Tribunal Supremo.

Y es que si hay algo que le resulta insoportable al socialista habitual es perder las elecciones. Fue precisamente no renovar el poder tras las elecciones de 1933 lo que llevó al PSOE a su radicalización extremista y antiliberal, hasta desembocar en el golpe de Estado contra la Segunda República que lideraron Largo Caballero e Indalecio Prieto. La incomodidad de los socialistas españoles con la alternancia en el poder, ya que se creen depositarios de la voluntad general popular esté esta respaldada por las urnas o no, es lo que les ha llevado históricamente a aliarse con los nacionalistas, quienes también creen que los territorios catalanes y vascos les pertenecen de suyo por una cuestión de sangre.

La actual transformación de un Estado liberal en un Estado populista se debe, precisamente, a la incapacidad de los socialistas para la alternancia, ya que se apoyan en el pasado inmediato en el guerracivilismo que comenzó Felipe González y en el largo plazo retrospectivo en el golpismo socialista del 34. Del mismo modo que se suponía que los socialistas siempre debían estar en el poder durante la Segunda República, ahora también presuponen los socialistas que las calles son suyas, las instituciones son suyas y, por supuesto, el poder es suyo. En el fondo, hay una alergia socialista a un sistema liberal de alternancia en el gobierno, separación de poderes y sociedad civil plural porque lo que busca es un sistema socialista autoritario, intervencionista y unidimensional. De ahí su connivencia y empatía, seguramente mucho más, con regímenes de ultraizquierda como Cuba y Venezuela. La vía puede ser más relativamente pacífica, tipo PSOE, o más radicalmente violenta, como Bildu o Podemos, pero que nunca se olvide que si el objetivo socialista se ve dificultado, las tácticas socialistas toman un giro radical y pasan al golpismo sea desde fuera de las instituciones, octubre de 1934, o desde dentro de las mismas, junio de 2025. Con la toma de instituciones fundamentales para manipular e instrumentalizar la sociedad civil, del sistema educativo al Tribunal Constitucional pasando, claro, por la Brunete mediática vulgarmente conocida como RTVE. Lo que aprendieron los socialistas de octubre del 34 no es que hay que transformar el socialismo para que sea legítimo su comportamiento dentro de un marco liberal, sino que la violencia no conduce al aniquilamiento del enemigo por lo que la táctica debe ser hacerse con el sistema como los hongos que parasitan a su huésped transformándolo en un zombi y controlando su conducta e ideas. Como señala el historiador Stanley Payne, tras la fallida toma del poder absoluta mediante la violencia en el 34, la izquierda cambió de dirección pero no de objetivo:

La coalición electoral del Frente Popular siguió una estrategia bastante más «fascista» que «comunista» para acceder al poder, valiéndose de la legitimidad de unas elecciones y creando instituciones que les permitieran realizar una política revolucionaria. Se revocaron los resultados electorales en un buen número de provincias, y las posteriores elecciones en Cuenca y Granada se realizaron en unas condiciones de coacción extrema. A medida que pasaba el tiempo se ignoraba cada vez más a la Constitución.

Lo que sucedió en octubre del 34 y lo que está sucediendo en junio de 2025 tiene un nombre: subversión del régimen liberal y corrupción de las instituciones democráticas. Si entonces se programó nacionalizar la tierra, incluso superando en radicalidad a Lenin, disolver el ejército y clausurar las órdenes religiosas, ahora lo que planea es la transformación de la monarquía parlamentaria en una república confederada sin necesidad de reformas constitucionales porque basta con tener controlado al Tribunal Constitucional transformado en un Tribunal Socialista.

No hay mayor corrupción de la lengua española en la actualidad que la de denominar como "progresistas" a los socialistas más reaccionarios. Hay que escribir, por ejemplo, que el sector sanchista del Tribunal Constitucional ha amnistiado a los golpistas. ¡Viva el Tribunal Socialista! El resto es orwelliano.

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