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Ojalá pierdan los dos

La buena noticia es que, gane quien gane, toda la que se vierta será socialista.

La buena noticia es que, gane quien gane, toda la que se vierta será socialista.
Europa Press

Con la marcha de Cerdán, el cómitre que marcaba el ritmo de la boga en la galera de Ferraz, Sánchez ha dejado de controlar el timón de la nave. En mes y medio, desde que ingresó en prisión el navarro, han ocurrido algunas cosas consecuencia directa del luctuoso hecho. Sánchez ha renunciado a controlar el partido y se ha centrado en la Moncloa, que es la fuente, según él, del verdadero poder. Ha remodelado toda la estructura de su gabinete bajo la batuta de un independiente, Diego Rubio, ése con tan buen expediente académico que se doctoró con una tesis titulada "La ética del engaño". Nos cuentan los cronistas de corte que, con 700 asesores, allí se prima la excelencia académica y no la lealtad al partido. Será ahora, una vez ido Paco Salazar. Y seguro que algún otro enchufado sobrevive. Y es evidente que, a la vista de los argumentarios que allí se fabrican, tampoco les da el magín para tanto. O a lo mejor son de esa clase de listos que creen que, por serlo ellos, los demás somos tontos. En cualquier caso, esto no es lo notable. Lo reseñable es que, a partir de la dimisión de Cerdán, Sánchez se apoya en gente, igualmente escogida por él, pero que no ostenta cargos en el partido. No parece importarle porque piensa, seguramente con razón, que los socialistas no se atreverán a desembarazarse de él mientras sea presidente del Gobierno.

A la vez, con la dimisión de Cerdán, Sánchez ha perdido a la persona que defendía sus intereses en la negociación con Junts, indispensable para ganar algunas votaciones y seguir fingiendo que gobierna. Y no sólo, sino que no ha querido, o probablemente no ha podido, poner a nadie de su confianza y se ha visto obligado a dejar que Zapatero lleve las riendas. Tal vez el expresidente las ha llevado desde el principio, pero al menos antes estaba Cerdán para hacerse las fotos. Y, en todo caso, ahora es patente que la negociación no está controlada por Sánchez, sino por Zapatero.

Todavía hoy, todos, Sánchez, Zapatero y el resto de la turba socialista, tienen interés en que el presidente siga siéndolo, pero conforme se acerquen las elecciones y las encuestas sigan dejando al PSOE en las raspas, Zapatero y los demás intentarán cambiar de caballo antes de que suene la corneta llamando a acudir a los cajones de salida. De hecho, la guerra ya ha empezado. De momento, José Blanco, del que nadie hasta ahora dijo una palabra de los trapicheos en el seno del que fue su ministerio, ha aparecido en un asunto relacionado con el caso Koldo, para que se vea que las saetas vuelan en todos los sentidos.

Y, sobre todo, los ministros jueces, que habían venido comulgando con ruedas de molino, ahora se han puesto tiquismiquis con el escándalo menor, comparado con la amnistía, de que el fiscal general se vaya a sentar en el banquillo sin haber dimitido. Y eso después de que Margarita se haya atrevido a enfrentarse al todopoderoso valido Bolaños. Y Marlaska evite disciplinar a la UCO. Va a correr la sangre. La buena noticia es que, gane quien gane, toda la que se vierta será socialista. Como dijo Kissinger en plena guerra entre Irán e Irak, "ojalá pudieran perder los dos".

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