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Santiago Navajas

Lo confieso, no tengo el carné del PSOE

En el PSOE no es que no me darían el carne, es que ni me dejarían entrar en la sede

La secretaria general del PSPV-PSOE, la ministra Diana Morant. | EFE

Tengo una licenciatura en Filosofía, un grado en Antropología y dos másteres, además de otros estudios de posgrado, con calificaciones sobresalientes en departamentos exigentes de prestigiosas universidades: Granada, Siena y la Carlos III de Madrid. Aprobé las oposiciones a la primera gracias a una formación orientada a la excelencia, con profesores legendarios como Pedro Cerezo (Filosofía), Michele Boldrin (Economía) y Gregorio Peces-Barba (Derecho). He publicado artículos en revistas especializadas de primer nivel y varios libros.

Pero no tengo, lo confieso, el carné del PSOE.

Mis estudios los realicé con becas, trabajando para complementarlas y, sobre todo, con el esfuerzo de mis padres, mi gran referente moral. Mi madre, de origen humilde, tuvo que abandonar sus estudios de niña para ponerse a trabajar, pero con gran sacrificio y tesón logró convertirse en enfermera. Mis padres ya habían salido a sus empleos cuando yo me despertaba para ir al colegio. Los lemas en mi casa eran "Antes el deber que el placer" y "Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar". Nos exigían según nuestras capacidades, ni un milímetro menos, nos daban según nuestras necesidades, pero con holgura. Nos compraron más libros que juguetes y nos animaban a estudiar lo que quisiéramos, pero a estudiar. Gracias a ello leí, por ejemplo, a Kipling:

"Si alguien pregunta por qué no tengo el carné del PSOE, / diles que es porque nuestros padres fueron honestos, eso es todo"

Diana Morant, ministra de Ciencia y Universidades, ha respaldado a un cargo público del PSOE que dimitió por presuntamente falsificar su currículum. Algunos interpretan esto como un síntoma de la decadencia de la ética pública en España. Otros sostienen que más grave aún que la falsificación es el desprecio de la ministra hacia el conocimiento académico. Hay quienes argumentan que nada de esto debería sorprendernos en un gobierno presidido por alguien cuyos libros se los escriben.

Los chicos estudiosos consiguen las buenas notas, pero los chicos socialistas acaparan todos los puestos.

Sé parafrasear a Kipling, pero, lo admito, no he leído una sola línea escrita por Patxi López o Pepiño Blanco. Mis padres, con toda su buena fe, nos decían que el futuro estaba en cursar una carrera para luego crear empresas o aprobar unas oposiciones. Sin embargo, en la España del PSOE la carrera más dura no es Ingeniería de Telecomunicaciones, o un doble grado en Física y Matemáticas, sino hacer la carrera por la madrileña calle Ferraz, con la minifalda almidoná y los puños y las rosas apoyaos en la cadera. Como fui estudiante de Bachillerato de Ciencias puras podría haberme arriesgado a seguir a Feynman o Bourbaki, como hice con Hegel y Gödel, pero jamás habría podido seguirle el ritmo a Cerdán o Ábalos.

Nunca tuve el valor de afiliarme al PSOE.

Los profesores universitarios de los ochenta lo sabían ya que un carné del PSOE abría más puertas que unas oposiciones. Que se lo digan a Javier de Paz, Pepe Bono o a Javier Solana, cuyas brillantes carreras profesionales habría sido imposibles sin el tenebroso carné rojo del PSOE, rojo sangre, rojo chorizo, rojo vergüenza ajena. Es como la España de Franco cambiando el Cara al sol por la Internacional y las Obras Completas de José Antonio por Manual de Resistencia de Pedro.

El PSOE es Dios, Pedro Sánchez es su profeta y Manual de resistencia, su libro sagrado.

Lo más grave no es que no posea el carné del PSOE, sino que seguramente ya es tarde para admitir mi fallo histórico y afiliarme con humildad y deseo de servicio a un partido al lado del cual la secta Moon, la familia Manson, la Camorra napolitana y la cienciología son instituciones venerables. Aunque podría intentarlo, y reconocer aquí y ahora, jurando sobre los estatutos del PSOE —esos que permiten zarandear urnas en primarias y mantener a un secretario de organización en la cárcel sin que dimita ni el conserje ni el Secretario General—, que el socialista Pedro Sánchez no solo es más guapo que el cienciólogo Tom Cruise, sino, y esto es indiscutible, mejor actor. Además, seamos sensatos, en el PSOE no es que no me darían el carne, es que ni me dejarían entrar en la sede. Pero si algo he aprendido del PSOE es que si uno no tiene un título, se falsifica y santas pascuas. Bienvenidos a la España sanchista.

Más vale carné, incluso falsificado, del PSOE en mano que cientos de títulos auténticos.

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