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EDITORIAL

El enorme negocio del catastrofismo climático

El cambio climático es una industria cuyo principal efecto es el fomento salvaje de las desigualdades y ampliar la brecha entre ricos y pobres.

Mientras los países de nuestro entorno apuestan por la energía nuclear y por la recarbonización de la industria, el Gobierno de España se empecina en mantener los delirantes criterios ecologistas que han destruido el paisaje natural y provocaron el gran apagón del pasado 28 de abril, entre otras catástrofes visibles e invisibles. Pero la insensatez del Gobierno no responde a criterios científicos sino económicos. Es el negocio del cambio climático. Hace mucho tiempo ya que esa cuestión pasó del ámbito de la ciencia al de la política, erigiéndose en la coartada perfecta para justificar toda clase de decisiones contra natura. El cambio climático es una industria cuyo principal efecto es el fomento salvaje de las desigualdades y la ampliación de la brecha entre ricos y pobres.

Que la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, líder de la plataforma de extrema izquierda Sumar, haya puesto el grito en el cielo ante la remotísima posibilidad de que el Ejecutivo se replantee el error de cerrar las centrales nucleares es una muestra más del sectarismo rojiverde. Para Díaz no hay discusión posible porque el eslogan "nucleares no, gracias" es un dogma de fe.

Las predicciones catastrofistas no se están cumpliendo. A estas alturas, la capa de ozono tenía que ser historia, como el hielo en los polos o los árboles en el Amazonas. La profeta Greta sigue al pie del cañón, con una agenda que combina el decrecimiento con el odio a los judíos. Los pregoneros del apocalipsis meteorológico se han quedado sin argumentos. Ya no recurren a supuestos datos. Tienen orden de exacerbar el sensacionalismo climático. Las agencias meteorológicas recurren al alarmismo más crudo. Se informa sobre el número de muertos por golpes de calor, pero ya no de la pobreza energética, de cuántos hogares no pueden permitirse ni un mísero ventilador.

En medio del sectarismo más oscuro comienzan a detectarse movimientos de rectificación. Ya hay revistas científicas que se cuestionan en voz alta todos los principios y mandamientos de la religión climática. Hay datos que no cuadran, estudios falsos, predicciones temerarias, proyecciones desviadas y conclusiones erróneas por doquier.

https://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/ciencia/2025-08-04/el-catastrofismo-climatico-se-tambalea-nature-confirma-el-reverdecimiento-global-del-planeta-7282667/

Los modelos climáticos no coinciden con lo que está pasando. El Premio Nobel de Física John Clauser sostiene que el calentamiento global es una fabricación de políticos deshonestos comprada por los medios sensacionalistas. Curiosamente tiene menos crédito que la joven Thunberg, lo que muestra la naturaleza irracional y fanática de los agoreros del cambio climático. El catastrofismo es un gran negocio.

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