El Pequeño, la fontanera y el murciano
¿Por qué un empresario camaleónico y escurridizo como Luis del Rivero.se prestó a hacer de enlace en un asunto tan turbio como sobornar a un fiscal?
Nuevas revelaciones nos han permitido saber que Cerdán, conocido como "el Pequeño", trató de impedir la aparición del informe de la Guardia Civil que a la postre le llevó a la cárcel. Cuando supo de su existencia, y antes de que se hiciera público, intentó pararlo obteniendo información con la que chantajear al fiscal jefe de Anticorrupción, Alejandro Luzón. Naturalmente, recurrió a la fontanera Leire Díez. Por medio de un periodista intermediario, contactaron con el fiscal José Grinda, que sufre ciertos problemas judiciales, para que, a cambio de resolvérselos, suministrara munición que emplear contra Luzón. Como fuera que Grinda no se avino, se acercaron a otro fiscal, perseguido por la Fiscalía General, para hacerle la misma tentadora oferta. Ignacio Stampa tuvo la precaución de grabar la conversación.
Lo gracioso de este segundo caso de soborno, como los califica la Fiscalía de Madrid, es que el contacto empleado para llegar a Stampa fue el empresario murciano Luis del Rivero. Es cierto que del Rivero conoce a Stampa del caso Villarejo, pues fue espiado por encargo de Francisco González, presidente del BBVA, cuando don Luis quiso hacerse con la dirección del banco. El murciano no lo consiguió a pesar de contar con el respaldo de Zapatero. También quiso del Rivero vender a Lukoil, la petrolera rusa, su paquete de acciones de Repsol. La operación contó con la insistencia del rey Juan Carlos, que quería hacerle un favor a Corinna, que al parecer se habría llevado una jugosa comisión en caso de salir el asunto. Esto sugiere la posibilidad de que la cortesana fuera un agente del Kremlin, lo que bastaría por sí solo para explicar las presiones que con posterioridad obligaron al rey a abdicar. Además del soberano, la entrada de Lukoil en Repsol fue apoyada por Zapatero, sin que pueda aportarse ningún motivo de fuste que lo justifique. Gracias a Dios, la operación no salió. Cuentan las crónicas que fue porque Lukoil no quiso pagar lo que pidió del Rivero. Pero algo más tuvo que haber, pues este tipo de tratos no descarrilan nunca exclusivamente por el dinero.
¿Por qué este empresario camaleónico y escurridizo se prestó a hacer de enlace en un asunto tan turbio como el de sobornar a un fiscal? Le ha dicho al ABC que porque creía que la reunión, que tuvo lugar en sus oficinas, era para que Cerdán le pidiera a Stampa perdón en nombre del Gobierno. Y porque le tiene una gran admiración al funcionario, con el que comparte el haber sido los dos de alguna manera víctimas del comisario Villarejo. ¿Y no sabía el murciano que Stampa iba a grabar la conversación en que le iban a pedir perdón? Pasa a veces con algunos ingenieros que, como la mayoría somos incapaces de estudiar para serlo, creen que los demás somos idiotas de nación. Y como, aunque no sepamos resolver integrales ni realizar cálculos de estructuras, tontos del todo no somos, habría que aclararle que lo de pedir perdón y la admiración por el fiscal no se lo cree ni él. Otra cosa es imaginar, con suficientes visos de verosimilitud, qué interés pueda tener el empresario en mancharse en este asunto tan feo. Eso no hay por ahora forma de figurárselo. Pero se sabrá. De momento, el otro intermediario, el que facilitó llegar a Grinda, ya está imputado. Quizá debía del Rivero haber contenido su admiración por Stampa.
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