
Disculpe el lector que haya comenzado con ese exabrupto, pero me ha parecido oportuno, ante las circunstancias que padecemos, parafrasear al propio presidente. Corría el año 2015 cuando un reivindicativo Pedro Sánchez visitaba a los afectados por la crecida del Ebro en Zaragoza y se dirigía en estos términos a los medios de comunicación: "¿qué coño tiene que pasar para que Rajoy salga de la Moncloa y pise el barro?"
Hoy, el sentir general de la población es justamente ese: ¿no es suficiente con que hayan muerto tres ciudadanos, se hayan quemado miles de hectáreas y haya decenas de incendios activos, como para que nuestro líder supremo interrumpa su descanso y se ponga al frente de la coordinación de los recursos nacionales en la lucha contra el fuego?
Hay que reconocerle al menos que tiene buen gusto, ya que la Mareta es una joya que el Rey Hussein I de Jordania mandó construir, regaló más tarde a Juan Carlos I y este, a su vez, cedió a Patrimonio Nacional. Sin embargo, es cuanto menos curioso que el susodicho no se haya dignado a llamar en sus ajetreadas vacaciones a un solo presidente autonómico ni se haya dirigido a ningún medio de comunicación, sino que básicamente publica un par de tuits al día y con eso ya habría cumplido. Para más inri, hay que subrayar la obscenidad del gasto público que esto supone, pues el analista político Pablo Haro ya consultó a Transparencia cuánto nos costaron unas vacaciones de Sánchez y su familia en el complejo canario en 2023 y la respuesta les dejará anonadados: 28.000€ en dos semanas, con 13.000€ dedicados sólo a comida y bebida.
La gravedad de lo que está pasando es tal que, en lo que llevamos de año, se han quemado 157.000 hectáreas y, con el gran número de focos que siguen activos, todo parece indicar que la cifra acabará siendo ostensiblemente mayor. Para poner esos datos en un contexto general, de media en la última década han ardido aproximadamente unas 100.000 hectáreas anuales, siendo 2022 el peor ejercicio con diferencia: más de 300.000 hectáreas fueron devastadas por las llamas.
Hay que tener en cuenta que España es uno de los países europeos con mayor superficie forestal, puesto que, según el Ministerio de Transición Ecológica, contamos con casi 28 millones de hectáreas —aproximadamente el 55% de todo el territorio nacional—, de las cuales cerca de 19 millones son arboladas y el resto se corresponden a matorrales, pastizales u otras formas de vegetación. A pesar de los frecuentes incendios que padecemos, que por otro lado son parte de la idiosincrasia del clima mediterráneo, el tamaño de nuestros bosques no ha parado de crecer, ya que en el inventario forestal que se realizó en el año 1998 había cerca de 2 millones de hectáreas menos que en la actualidad.
Aun así, he de señalar que la respuesta que están dando las administraciones públicas es insuficiente y los compungidos ciudadanos tenemos que asistir a lo mismo que ya padecimos durante el COVID o la Dana de Valencia: políticos tirándose las competencias a la cabeza y diciendo que es el otro el que tiene la responsabilidad de que la respuesta del Estado no haya estado a la altura. La cuestión es, ¿dónde está nuestro dinero? Porque la recaudación estatal está en máximos históricos, pero cada vez que hay una crisis a nuestra Administración se le ven las costuras por todas partes. La conclusión final de todo esto es que pagamos impuestos propios de los países nórdicos, pero obtenemos servicios que se asemejan a los de los países africanos.
Igual encontramos respuestas en casos como el de Carmen Ninet, la mujer del polémico comisionado de la Dana, pues ha sido defenestrada como subdirectora del Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad al demostrarse que carecía de la titulación universitaria que el puesto requería. Esta señora cobraba unos 105.000€ anuales y la Diputación de Valencia ha decidido eliminar su plaza, demostrando así que su trabajo era superfluo y que los ciudadanos estábamos desembolsando un generoso salario en algo que era perfectamente prescindible. ¿Cuántos casos así habrá a lo largo de todo el territorio nacional? ¿A cuánta gente le estamos pagando verdaderas barbaridades sin que hagan nada productivo para la sociedad?
El modelo de organización territorial no se va a arreglar de la noche a la mañana, pero al menos podríamos contar con un líder que coge las riendas cuando es necesario y se echa a los hombros al país en sus peores momentos. En cambio, tenemos a un señor que prefiere disfrutar de unas vacaciones pagadas por los españoles en un entorno idílico, no vaya a ser que sean las últimas. Sólo puedo añadir que un presidente está para apagar fuegos, no para verlos desde una hamaca.
