El alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, ha proclamado solemnemente que las ciudades de Gaza, Belén y Ramala constituyen a partir de ahora el barrio número 11 de Barcelona, el distrito XI, un invento que estará dotado de todos los medios, con gerente municipal y el mismo personal subalterno que cualquier otro distrito de Barcelona. La misión de estos funcionarios será la de reforzar la cooperación humanitaria con dichas localidades, lo que quiere decir que millones de euros irán a parar a los bolsillos de las corruptas autoridades palestinas, las mismas que han hecho de la ayuda humanitaria su negocio.
Bastaría con decir que son las autoridades terroristas de Hamás, pero es que se trata de la organización que felicitó a Pedro Sánchez cuando se presentó en para insultar a su Gobierno democrático y fotografiarse en el paso de Rafah sin preocuparse en absoluto por los ciudadanos israelíes, en su mayoría judíos, secuestrados el 7 de Octubre de 2023. Aquel viaje de Sánchez fue sólo mes y medio después de la mayor matanza de judíos en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial.
De modo que el alcalde de Barcelona está dispuesto a colaborar con unas autoridades palestinas vinculadas a la organización terrorista Hamás, que somete a la población palestina, "su" población, a unas condiciones indignas con el único objetivo de acusar a Israel de un supuesto genocidio y de provocar una hambruna.
Una parte de la ayuda humanitaria a Palestina está almacenada en Jordania. Collboni ha visitado uno de esos almacenes. Impresionante. Lineales repletos de alimentos y productos sanitarios retenidos en algún punto de Ammán. Otra parte de la ayuda humanitaria está almacenada en los bolsillos de los dirigentes terroristas de Hamás, que han hecho de la judeofobia de la izquierda una de sus más seguras fuentes de ingresos, esos euros destinados a la solidaridad con los que se financia el terrorismo y las comodidades de los terroristas.
La ciudad de Barcelona se ha convertido en el juguete diplomático de Pedro Sánchez y de su amigo Salvador Illa. El Ayuntamiento de Collboni es el ariete con el que el Gobierno de España se pone abiertamente de parte de Hamas y rompe relaciones con Israel. Como es habitual con Sánchez, el viraje no es fruto de un acuerdo con la oposición, lo lógico en política exterior, sino una decisión personal que se aplica sin explicación alguna. Sánchez ha decidido alinear España contra Israel por su cuenta y riesgo y utiliza el relato de Hamás sobre el genocidio y la hambruna para incrementar la ayuda pública a los terroristas que llegaron a quemar vivos a bebés judíos aquel 7 de Octubre de 2023. O que también se grabaron jugando al fútbol con las cabezas de sus víctimas.
La tradición antijudía de la izquierda debe ser uno de esos raros y genuinos rasgos carpetovetónicos que definen su tipo de españolidad. Ese odio puro al judío es tan previsible como auténtico. Se ignora la historia, se desprecia la información, se abraza la propaganda y se acaba por legitimar a una organización terrorista que mata judíos y utiliza a la población árabe como escudo humano. Esa es la gente cuenta con el patrocinio de España a través de Barcelona. La contrapartida es vender la historia de que Barcelona es tan solidaria con el pueblo palestino que les considera vecinos y ha dispuesto una concejalía para sus asuntos. ¿Cuánta gente se beneficiará de esto? Pues muchas más personas en la Barcelona de la franja de Gracia y la Cisjordania de Sants que en la Palestina de los niños desnutridos. Que a nadie le quepa duda. Palabra de Hamas.

