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Trump amenaza con dinamitar el capitalismo liberal

Trump impulsa un modelo económico intervencionista que amenaza con dinamitar el capitalismo liberal y la estabilidad global.

Trump impulsa un modelo económico intervencionista que amenaza con dinamitar el capitalismo liberal y la estabilidad global.
El vicepresidente, JD Vance, Donald Trump, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y la secretaria del departamento Homeland Security en el Despacho Oval. | EFE/EPA/Al Drago / POOL

El capitalismo americano, como el de casi todo el mundo, no es un baluarte de la libertad cuando su supervivencia depende de las compras públicas, de las subvenciones y del intervencionismo político, porque cabe el peligro de que alguien quiera usar el poder del dinero del contribuyente o de la impresora de billetes, para controlar la economía, que en el lenguaje de Trump quiere decir su bolsillo.

El primer paso de Trump en la creación del INI norteamericano no es moco de pago: controlar Intel con un 10%, más de lo que la familia Botín tiene en el Santander, una empresa de 111.000 millones de dólares de capitalización bursátil, como el banco cántabro, más o menos, y cuyos productos mueven las tecnologías de la información en todo el mundo.

Lo más irónico de todo es que las acciones suben ante esta intervención anunciada, lo que demuestra que, o bien el mercado está loco, o bien que el sistema de extorsión empresarial a clientes y proveedores genera más seguridad en el accionista que competir abiertamente.

Un fondo soberano made in Trump

Este no es un acto aislado, y así, se ha anunciado que, gracias a los fondos federales, se creará un "fondo soberano" para intervenir en empresas, pero no en aquellas que pierden dinero para rescatarlas o porque son estratégicas o porque no queda más remedio, como hizo con acierto en su momento el almirante Suanzes con el INI, ni tampoco en aquellas que ganan mucho dinero para quedarse con los beneficios.

Esta nueva iniciativa de Trump tiene un rumbo político, utilizar a las empresas críticas en la economía al servicio de su política, decidiendo a quién pueden vender y a quién no. En definitiva, dinamitando el sistema capitalista mundial que ha funcionado de manera tremendamente eficiente en los últimos ochenta años, enriqueciéndonos a todos y reduciendo la pobreza. ¡Tanto criticar al socialismo europeo para acabar copiándolo, y mal!

Si nos levantamos por la mañana y vemos solo nuestro jardín nevado, pensaremos que hemos tenido una nube y mala suerte, pero si vemos que ha nevado por todas partes, estará claro que ha caído una gran nevada aunque no la hayamos visto caer. Con Trump pasa lo mismo.

La intervención en la justicia, la militarización de la capital federal, la manipulación de las instituciones a su servicio, el despido de los militares que no le son afines, las amenazas a la Reserva Federal, los cambios en el mapa electoral para convertir la democracia americana en una pantomima, la coacción, el chantaje y las complicidades con Putin, nos llevan al mismo convencimiento: Trump acabará siendo el Chávez o el Putin norteamericano.

Esto puede resultar anecdótico para el mundo si ocurre en El Salvador, pero en manos de la Casa Blanca, se convierte en la mayor amenaza a la estabilidad mundial desde que Gengis Kan se dejó caer por Europa.

Tecnología bajo chantaje

Estados Unidos lidera la tecnología occidental, los desarrollos más disruptivos están en su poder, aquellos de los que depende la industria internacional.

Mañana, cualquier compañía que quiera vender chips en Estados Unidos deberá hacerse socia de Trumpintel Inc, o, si cualquier empresa necesita sus chips para sus productos comerciales, deberá meter en su capital al chantajista o bien olvidarse de competir, o tendrá que convencer a su gobierno de que ceda al chantaje político.

Poner la cadena de suministro mundial en manos de Trump y de sus amigos es el fin de Occidente. Mientras acudimos en comandita a la Casa Blanca y le reímos las gracias, Trump está desmontando la democracia liberal, el capitalismo y la comunidad occidental alrededor de los dos grandes océanos.

La política desde la revolución Francesa se ha basado en el trade-off entre gobierno y ciudadanos. Los liberales vemos en el gobierno una amenaza, a veces necesaria, pero solo a veces, y creemos infinitamente en que la acción individual, el emprendimiento, el riesgo empresarial, el talento universitario, la investigación libre, la libre organización de las empresas y de la sociedad son la mejor receta para el progreso de la humanidad.

Los liberales recelamos de los fascismos, de los conservadores, del comunismo, y en general de todos aquellos intentos de los gobiernos de controlar la sociedad.

Liberalismo y conservadurismo no son lo mismo

Es cierto que en muchas cuestiones morales existe una cierta coincidencia entre conservadores y liberales, y esta cercanía ha generado una gran confusión de manera que las personas de derechas pueden ver en el conservadurismo o en el liberalismo la misma solución a sus preocupaciones, pero no se confundan.

El conservadurismo como el franquismo, como Trump, como Putin, al igual que Xi Jinping, pretenden dominar todos los aspectos de la sociedad, desde la infancia, a la educación, a la moral, a la economía, a la política y a los medios de comunicación. Pretenden crear un Leviatán moral que nos controle a todos para sus intereses.

Como ocurrió en el franquismo, de nuevo el capital se aliará con el poder para, gracias al pesebrismo, ganar más dinero extorsionando a la economía. La historia nos enseña que esto siempre acaba mal.

Ante el tamaño de la acción y del peso norteamericano en Occidente, nos va a resultar imposible armar una acción que atenúe el daño, y va a ser muy difícil que las empresas, y en definitiva el mundo, no sucumban a este modo populista de hacer economía y política, ya que sobrevivir fuera de él con dignidad nos va a resultar imposible.

Malos tiempos para la democracia liberal en el mundo, su tutor durante cien años ha llegado para liquidarla, e intervendrá en los países con todos los medios posibles para crear una comunidad política afín a sus intereses y a su modelo de sociedad, liquidando la libertad de empresa, el libre mercado, la libertad de expresión, la prensa libre y finalmente el sistema representativo.

Solo el pueblo norteamericano podría detenerlo, pero para cuando se quiera dar cuenta, la soga ya estará demasiado apretada. Parafraseando a Milei, en español ¡Viva la libertad, cojones!

Enrique Navarro es consultor independiente. Durante los gobiernos de José María Aznar fue asesor de Defensa e interventor del Ministerio de Defensa. Blog: Enriquenavarrogil.blogspot.com.es

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