Qué ha hecho España por la paz en Gaza
Mientras los adultos negociaban en Egipto, aquí se alentaba a la gente a salir a la calle y a reventar la Vuelta Ciclista,
Una rara sobriedad tiñe las declaraciones de los partidos de izquierdas españoles sobre el conflicto en Gaza desde que se supo del acuerdo para un alto el fuego y la devolución de los israelíes secuestrados hace dos años. Sobresale, muy especialmente, que el término "genocidio" se esté batiendo en retirada. Ninguna mención en el ajustado tuit del presidente del Gobierno. Ello a pesar de que los socialistas ya pronunciaban "genocidio" con la frecuencia y el tono familiar con los que se piden café y pincho de tortilla en la barra. Más que la sensación de alivio esperable en quienes tanto han insistido en que había exterminio —¡por fin, se detiene!—, se percibe una sensación de pérdida, cercana al luto y al duelo. Se acabó el chollo, señores. Se acabó lo de utilizar la tragedia para montar la farsa y movilizar a la izquierda en la calle.
La desdicha es mayor por el hecho de que el artífice de este primer acuerdo haya sido Trump, el hombre más odiado en esos pagos y en otros, y un tipo al que reputan como grotesco y malvado. Ninguna de las escuetas declaraciones de los partidos de izquierda nombra al presidente Trump, ¡vade retro! Hay que quitarle mérito. Porque no lo hizo, y pudo hacerlo, san Biden ni lo hizo su segunda, la muy progresista Kamala Harris. Lo hizo gente a la que se desprecia en la prensa fina, como Witkoff, el enviado de Trump, y como él un hombre de negocios de lo inmobiliario, que no da caché. Los finos los descalifican diciendo que para ellos la paz es un negocio. Se ve que antes que un negocio, los finos prefieren la guerra. Mejor guerras con el elegante Obama y sus cerebritos de Harvard, que la paz con gañanes como Trump y Witkoff. Así son los sofisticados.
Desde aquí, mi pésame a los deprimidos por este cese de hostilidades que los obliga a cesar las suyas, puramente políticas, pero belicosas, y a buscar otras causas vicarias. Claro que antes de cerrar el capítulo, conviene preguntarse algo, como qué ha hecho España, su Gobierno por delante, en favor de este primer atisbo de paz en Gaza. La respuesta es que absolutamente nada. Mientras los adultos negociaban en Egipto, aquí se alentaba a la gente a salir a la calle y a reventar la Vuelta Ciclista, se amenazaba con irse de Eurovisión o se daba trato de héroes al perroflautismo de la flotilla. Se suponía que con esas bobadas se presionaba a Israel. Pero lo de presionar a Hamás, ni se planteaba. Y un Gobierno que recibía las felicitaciones de Hamás, podía haber hecho algo. Cuando ahora traten de vender la burra, recuérdese la realidad. En España, su Gobierno por delante, nada se hizo en favor de este principio de acuerdo en Gaza, salvo que contemos entre las hazañas la de lesionar al ciclista Javi Romo.
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