Suerte que no hubo héroes frente al robo del Louvre
Seguro que los vehículos de los ladrones cumplían la normativa de emisiones y por eso pasaron desapercibidos.
El procedimiento del robo en el Louvre lo hemos visto en decenas de películas, pero los ladrones de la ficción encuentran más obstáculos de los que toparon en el gran museo francés. Pudieron acercarse a una de las fachadas en dos motos y una camioneta con elevador de las que se usan para mudanzas sin levantar sospechas y sin pasar por controles. El periódico Le Parisien ha publicado que la camioneta tuvo escolta policial durante parte de su recorrido, lo cual, de confirmarse, sería el detalle apropiado al carácter esencialmente grotesco del suceso. Una asociación de vecinos de Pont Neuf manifestaba su asombro porque en París, donde las cámaras de vigilancia detectan un coche mal aparcado o un exceso de velocidad en tres segundos, no saltaran las alarmas por un camión elevador parado junto al Louvre. La idea de que en las ciudades vigila un Gran Hermano omnipresente acaba de sufrir un serio varapalo, pero seguro que los vehículos de los ladrones cumplían la normativa de emisiones y por eso pasaron desapercibidos.
Las ventanas de la galería Apolo, la que fue asaltada, son dignas de atención. Tienen como cien años y la última mano de protector para madera se la darían hace medio siglo. Yo soy muy partidaria de mantener lo antiguo y lo viejo, pero mantenerlo no es dejar que se deteriore ni se pudra. Esas ventanas se abren de un empujón sin problemas. Es increíble que un botín como el que se encontraba tras ellas no estuviera mejor protegido. Las vitrinas requerían un poco más de trabajo, pero con una herramienta tipo radial lo arreglaron. La ministra de Cultura, Rachida Dati, reconoce que el Louvre no está equipado para hacer frente a las nuevas formas de delincuencia, pero las nuevas formas llevan el viejo equipo de siempre. Con motosierras, montacargas, scooters y poco más, lo hicieron. Y con los chalecos reflectantes, que según dijo aquí La Sexta, fueron la clave. Porque te pones un chaleco de esos y te dan acceso hasta a la caja fuerte de cualquier banco.
Los ladrones, contra lo dicho por Dati, no tuvieron que hacer operaciones informáticas sofisticadas tipo Misión Imposible. Para qué? Dejaron que las alarmas sonaran y las dejaron sonar, porque sabían que no pasaría nada en los siete minutos que necesitaban para lo suyo. La ministra ha celebrado que nadie resultara herido y que no hubiera violencia ni pánico. Es decir, celebra que no pasara nada, aparte del robo. Los empleados del Museo que estaban en la sala fueron amedrentados y ninguno tuvo la loca idea de hacer algo heroico para evitar el saqueo. Dati se desplazó hasta el Louvre para agradecer personalmente esta conducta. No hubo nadie que se arriesgara por un patrimonio histórico de valor incalculable para Francia y a la ministra de Cultura le parece digno de encomio. ¡Suerte que no hubo héroes! Así, el robo pudo hacerse sin más violencia que la ejercida sobre las vitrinas y la ventana achacosa.
Suerte, suerte la tiene Macron, que no ha tenido que convocar otra vez elecciones legislativas y se libra de probar qué efectos tiene este robo en el prestigio de su coalición. Ahora falta que llamen al inspector Clouseau. Pero ya que lo de Francia no tiene remedio, veamos cómo están las cosas de la seguridad en los museos de España.
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