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Anna Grau

Ni contigo ni sin ti

Carles Puigdemont empieza a ser para su partido y para los que todavía lo votan una especie de perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

El presidente de Junts, Carles Puigdemont, durante una reunión con Illa. | EFE

Es posible que Carles Puigdemont sea el perfil político catalán más parecido al que en la política española representa Pedro Sánchez: alguien que va a lo suyo, así se hundan su partido y lo que su partido dice representar, pero que ha ido a lo suyo con éxito…hasta ahora, por lo menos. Otra cosa es que pasará a partir de mañana. O de hoy.

Rebobinemos sus vidas paralelas -más paralelas de lo que a simple vista parece- en plan Plutarco. Pedro Sánchez es famoso por su moción de censura contra el gobierno Rajoy, cuando la moción de censura verdaderamente gorda es la que metió contra el PSOE. El comité federal del PSOE estaba expresamente diseñado (por Alfonso Guerra, nada menos) para evitar que algo así pudiese pasar. Que alguien como Pedro Sánchez le diese la vuelta a las costuras del partido como él se las dio, pasando en un tiempo récord del desahucio político a la secretaría general y de ahí a la presidencia del gobierno. Desde donde viene practicando una estrategia de tierra quemada, ajena y propia, que es lógico que sume a sus huestes en una hamletiana desazón: o con él o sin la Moncloa. El PSOE ha pagado la rocosa adherencia sanchista a la Moncloa con la pérdida de ingentes cantidades de poder territorial que no se notan más porque Salvador Illa existe y el socialismo catalán resiste. Ah, y porque también existe Carlos Mazón. O el PP resuelve, y rápido, la crisis de credibilidad en algunos territorios en los que actualmente gobierna, o el bloqueo político actual puede ser de risa comparado con el que vendrá.

Carles Puigdemont llegó al liderazgo de la exCiU con una mezcla de chiripa y audacia no inferior a la de Pedro Sánchez, y ahí se ha mantenido contra viento, marea y promesas de amnistía. Probablemente fue el primero en darse cuenta de lo que esas promesas contenían, no diré de hueco, pero sí de taimado. Una amnistía a cámara lenta -más aún que la OPA fallida del BBVA al Sabadell…- ha sido el mejor seguro de vida para Sánchez. Es también una patata caliente para esos alcaldables de Junts que otean espantados el vigoroso resoplar de la ballena blanca de Aliança Catalana, a la que no ven cómo hacerle ni cosquillas con el arpón.

Si Carles Puigdemont lo que quiere, por encima de todas las cosas, es su amnistía, sin duda le conviene jugar con la llave de la gobernabilidad. Que por cierto: ¿sólo la tiene él? ¿Qué pasa con los otros socios de investidura? Si la idea no es apuntarse a una moción de censura, sólo romper simbólicamente y dejar de votar cosas, eso puede hacerlo cualquiera, desde ERC hasta Podemos. ¿Por qué parece que sólo esté en la mano de Puigdemont?

La única explicación medio razonable es el morbo de no ser de izquierdas. Es decir, de estar técnicamente más disponible para abrir paso a un gobierno de la derecha. La cuestión es si esa disponibilidad es igual de creíble a ambos lados del Ebro. A lo mejor lo que cuela en el resto de España no es tan creíble en Cataluña.

En el resto de España, el órdago de Carles Puigdemont a Pedro Sánchez suena más convincente. Vamos a ver, ¿no insiste Sánchez en que la amnistía ya no depende de él, ya depende sólo de los jueces? ¿Y no habíamos quedado en que los jueces que no eran "progresistas" eran todos "conservadores", es decir, que los que no van con el PSOE, van con el PP? Dando por buena esa simplificación, Puigdemont estaría abriéndose a una exploración ambidextra de sus posibilidades de ser amnistiado. La cuestión es: ¿puede asumir el PP, y ya no te digo Vox, que se les asocie ni siquiera remotamente con semejante medida de gracia a semejante personaje? Yo mediría muy bien los pasos en falso en este momento.

De Cataluña para adentro, dudo mucho que los sufridos candidatos de Junts a las municipales fuesen mejor armados de la mano del PP que del PSOE. Sobre todo teniendo en frente a un toro como Sílvia Orriols, que ha jurado no presentarse jamás a unas elecciones españolas. ¿Que está por ver si lo cumple? Yo ahora mismo apostaría a que sí que lo cumplirá, porque si algo demuestra la historia de todos los proyectos políticos de matriz catalana, desde el pujolismo hasta el independentismo pasando por el mismísimo Ciudadanos, es que es ir a "Madrid" y empezar a suicidarse. Incurrir en contradicciones inasumibles para su electorado. No todo el mundo tiene el arte del PNV para nadar y guardar la ropa durante décadas.

¿Entonces? Carles Puigdemont empieza a ser para su partido y para los que todavía lo votan una especie de perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Ni vuelve ni se va. Yo me creeré que la "hora del cambio" está de verdad en marcha el día que este hombre salga y diga: meteos la amnistía por donde os quepa, yo renuncio y que gane el mejor. Hasta entonces, paciencia y palomitas.

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