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Pablo Molina

El problema extremeño de Feijóo

Ahora la iniciativa corresponde al PSOE que, en función de lo que ocurra en Extremadura el 21 de diciembre, decidirá lo mejor para Sánchez.

María Guardiola durante el anuncio de elecciones anticipadas que ha hecho este lunes. | EFE/ Jero Morales

La presidenta de Extremadura ha convocado elecciones anticipadas ante la imposibilidad de aprobar los Presupuestos Generales de 2025. En el PP aluden a la pinza del PSOE y Vox en contra de la presidenta popular, una estrategia que se estaría reproduciendo en otros ámbitos, porque, a juicio de los populares, si los conservadores no les dan su apoyo incondicional es porque están a sueldo de Sánchez.

La presidenta de Extremadura ha negociado con el PSOE las cuentas del año próximo como hizo con los presupuestos de 2025, que tampoco salieron adelante porque los socialistas no cumplieron su palabra tras acordar con María Guardiola que votarían a favor. Fracasadas sus negociaciones con el sanchismo, Guardiola ha recurrido a Vox pero estableciendo taxativamente algunas líneas rojas, a saber: No derogará la ley LGTBI, no acabará con las políticas de igualdad y mantendrá la política de protección de la inmigración ilegal y los menores no acompañados.

La presidenta es muy dueña de establecer principios innegociables que, como suele ocurrir con los dirigentes del PP, no coinciden con los intereses de los ciudadanos que les votan. De hecho, Guardiola se saltó a la torera esos diques ideológicos cuando tomó posesión del cargo y, acto seguido, suprimió la consejería de Igualdad en cumplimiento del acuerdo de investidura suscrito con Vox. Ahora, esa misma exigencia se considera un casus belli para desencadenar una convocatoria electoral en unos momentos que a Guardiola pueden parecerle propicios, pero cuyos efectos en la política nacional no está claro que vayan a beneficiar a su partido, especialmente si, como ocurrió en 2023, el PP vuelve a perder las elecciones en Extremadura. Los últimos sondeos dejan a Guardiola a 3-4 escaños de la mayoría absoluta, o sea, como ahora, con lo que la presidenta extremeña podría estar haciendo un pan como unas hostias y complicando innecesariamente la llegada de su partido al Gobierno de España.

Es bueno recordar la manera en que María Guardiola llevó al extremo su campaña contra Vox cuando negociaba su investidura en junio de 2023, a un mes de las elecciones generales que permitieron a Sánchez seguir en La Moncloa. Sus insultos a los votantes conservadores y el rechazo a contar con consejeros de Vox fue una imagen muy potente de cara al votante medio del centro-derecha, que vio en el ejemplo extremeño lo que podía ocurrir en el Congreso de los Diputados en pocas semanas. Después, María Guardiola canceló todas sus amenazas, admitió públicamente que Vox es un partido constitucional (le costaría un horror) negoció con los de Abascal un gobierno de coalición y pocos días después Alberto Núñez Feijóo no obtuvo la mayoría suficiente para gobernar. Es posible que no haya una relación causal entre una cosa y otra, pero la coincidencia da para reflexionar.

Alberto Núñez Feijóo se juega por segunda vez su futuro político y, también por segunda vez, María Guardiola le roba la iniciativa debido a su afán de protagonismo. Podría haber pactado con Vox unos presupuestos de mínimos para dejar las manos libres a Feijóo. Ahora la iniciativa corresponde al PSOE que, en función de lo que ocurra en Extremadura el 21 de diciembre, decidirá lo mejor para Sánchez. Como en 2023.

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