Tengan gracia
Es como si este PP no lograra cogerle el pulso a la histeria política contemporánea. Unas veces se pasan, otras no llegan.
Estoy bastante a favor del humor. De hecho, la mayor parte de mi andadura literaria la he dedicado a utilizar el humor, a veces para entretener, a veces para comunicar. Pero el humor es materia delicada y sutil. No está al alcance de cualquiera. Es como un cristal fino que, si cae en manos toscas, se rompe con facilidad. Y cuando se utiliza mal, puede tener consecuencias catastróficas.
Al filo de la preocupante noticia de la condena al fiscal general del Estado, la cuenta oficial del PP en Twitter hizo un chiste, creo. Era la foto del fiscal con aspecto de tener una digestión pesada y con una leyenda en inglés equivalente a "en búsqueda de empleo". Lo primero, y es lo de menos, me pareció tan gracioso como una colonoscopia sin anestesia. Y lo segundo, ¿de verdad el primer mensaje que quiere comunicar el principal partido de la oposición es un chistecito que reste importancia a la gravedad del momento?
Los dos grandes partidos de España están atravesando una notable crisis de comunicación. Con gran preocupación, aunque por razones diferentes, comprueban a diario que no están logrando llegar a los votantes jóvenes. En vez de hacer una reflexión más profunda, están tratando de romper ese aislamiento generacional con ideítas de Ali Express. Así, ahora los ministros hacen el ridículo en TikTok, mientras en el PP dan palos de ciego sin estrategia alguna en las redes sociales, ya sea con videos hechos con IA que podrían hacer vomitar a una cabra, o con memes bastante memos en la cuenta oficial del partido. Hay una máxima en comunicación política que deberían grabarse a fuego todos los desubicados: si no sabes hacerlo, no lo hagas.
Ya sé que entre los líderes del PP existe plena conciencia de la gravedad de la situación que atraviesa España, y de las consecuencias que eso tiene para millones de españoles. Sé que muchos están asistiendo con asombro y perplejidad a las maniobras del trilero Sánchez, sacando ahora su lado más macarra, para confirmar con chulería que no se va a ir por las buenas. Y sé que la imagen que pretende dar el PP es precisamente la de un partido serio y confiable, frente a un gobierno desquiciado e imprevisible, que disfruta pegándole fuego a todas las instituciones del Estado para quedarse unos meses más en el coche oficial. Por eso el chistecito de Twitter no es un detalle menor.
Mientras Miguel Tellado se juega el tipo en TVE diciendo las cosas a la cara, y denunciando el lamentable papel que está haciendo la televisión pública sanchista, es decir, mientras se traslada en directo la gravedad y excepcionalidad del momento, no puedes tener manejando las redes sociales a alguien tan inconsciente de la situación, y por supuesto, que desconoce tan profundamente la imagen que necesita trasladar a los españoles el partido de Feijóo en este momento. El logro de Tellado en TVE queda opacado por el intento de tomarse a coña el sanchismo en Twitter. Es así como funciona la comunicación política, confío en que ya lo sepan.
Es como si este PP no lograra cogerle el pulso a la histeria política contemporánea. Unas veces se pasan, otras no llegan. No sé cuántas oraciones hubo que depositar ante San Jorge, patrón de Génova, para que en el número 13 el líder supremo comprendiera que era necesario e imprescindible hablar de una vez por todas de los casos de corrupción de la mujer de Sánchez, aunque sea la señora de un presidente del Gobierno, y no haya precedentes de sacar a bailar a las esposas en el Congreso. Lo hizo, sí, tardísimo. Y en otras se adelantan, improvisan, porque es evidente que la corrupción sanchista da para muchísimos chistes, solo con los memes de Ábalos podríamos llenar toda la temporada de un programa diario de humor, pero en este momento de extrema gravedad de la historia de España, debemos dejar las gracietas a los columnistas, tertulianos y monologuistas, no los diputados del principal partido de la oposición en la sede de la soberanía nacional.
Y si mi discurso cae, como acostumbra, en saco roto en la mayor parte del cielo pepero, si lo de evitar chascarrillos no se hace por responsabilidad y sentido de la oportunidad, al menos que se haga por caridad: contraten a alguien que sepa hacer un chiste sin que lloren hasta las flores. No hay nada más doloroso que un chiste malo. Para eso ya tenemos el show de la tiktokización de las ministras
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