Chusma
Pedro Sánchez no solo está donde está por su moción de censura contra el Gobierno Rajoy. Antes fue su moción de censura contra el propio PSOE.
Pocas veces se ve a un político hablar tan desgarradoramente claro como a Juan Carlos Rodríguez Ibarra en la entrevista de Lucía Méndez, recién publicada por el diario El Mundo, cuando se queja de "los Ábalos, los Cerdán, los Pacos no sé qué…" se afiliaron al PSOE "para hacerse ricos y porque querían ligar". Y añade y precisa: "Ligar violentando a las mujeres. Me quiero hacer millonario, y me he apuntado al PSOE como podía haberme apuntado a cualquier otro sitio. Abusando de ese poder, he sido capaz de hacer lo que antes no hacía, intentar seducir a las mujeres. No concibo que esos sean compañeros míos".
Si algo se aprende viendo la política desde cerca, y hasta desde dentro como durante un tiempo la vi yo, es que la calidad de las ideas es inseparable de la calidad humana de la gente que las defiende. Los principios más bellos y más nobles se pudren en manos de la chusma. Entendiendo por chusma precisamente eso que tan bien describe Ibarra: gente a la que le viene grande, muy grande, ser diputado, ser ministro, ser "hombre del presidente". Que ha llegado ahí más por demérito que por mérito, más por sus defectos que por sus virtudes, que considera su cercanía al poder un privilegio y hasta una expiación de caspas y frustraciones que jamás podría sacudirse de encima de otra manera.
Sin incurrir en generalizaciones simplistas y peligrosas, porque no son todos los políticos iguales, duele comparar el nivel de los servidores públicos de ahora con el de los que había hace unas décadas. En los albores de la Transición, a la política se dedicaban los mejores. Parece que ahora atrae como un imán a lo peor de cada casa.
En parte eso se explica porque, por mucho que se empeñen en decir que la economía va bien, en la práctica va como va, el mercado de trabajo se ha vuelto muy proceloso y la política resplandece en neones como una industria muy próspera, con una capacidad infinita de colocación de indeseables. Cuando la chusma nos abruma numéricamente, cabe empezar a plantearse si más que vivir en democracia, vamos camino de la chusmocracia.
Pedro Sánchez no solo está donde está por su moción de censura contra el Gobierno Rajoy. Antes fue su moción de censura contra el propio PSOE. Su golpe de mano interno que la leyenda gusta de presentar como una rebelión de las bases frente al aparato, pero en realidad consistió en la destrucción de un aparato por otro. Debo decir que personalmente no considero chusma a Sánchez. Creo que ambicionaba y ambiciona el poder con toda su alma y que tenía arrestos y habilidades para lograrlo, más visto el mediocre panorama político español. También creo que para lograrlo como lo logró, tuvo que apoyarse en un núcleo duro mucho más cutre que él, cuya única aportación a la "causa" era una radical carencia de escrúpulos. Y una fidelidad canina al líder sin el cual no serían nada, porque era el único que les podía promocionar por encima de gente mucho más valiosa.
Podría poner otros tantos ejemplos en muchos otros partidos, de presente y de pasado. Pero prefiero insistir en otra cosa. En qué pasa por la cabeza de la gente a la hora de votar. Hasta cierto punto se comprende el hooliganismo de ver la paja en el ojo ajeno y no querer ver la chusma en el propio. Pero algún día habrá que plantarse y reflexionar. Si los "tuyos" parecen chusma, huelen a chusma y actúan como chusma, ¿qué son? Y si tú les votas hagan lo que hagan, ¿qué eres? Si quieres que haya más Ibarras y menos Ábalos -en todos los partidos, insisto-, plántate. Pero ya.
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