Colabora
Emilio Campmany

El reproche ético

Cerdán no cantará, de momento. Pero cómo lo haga, se pueden preparar todos, de Alfonso Gil a arriba.

Europa Press

Es revelador que Santos Cerdán, al comparecer en el Senado, no se negara completamente a hablar como habría hecho cualquiera que estuviera como él enredado en un procedimiento penal donde se juega varios años de cárcel. Y, dentro de su facundia, lo más llamativo fue la respuesta que le dio al senador del PSOE, que le pidió con voz queda permiso para hacerle un reproche ético. Cerdán pudo negarle la venia solicitada o quedarse simplemente callado. Pero, en vez de eso, le dijo que se preguntara si estaba él en condiciones de hacerle ningún reproche ético.

Esta obvia amenaza, proferida por un sujeto que ha tenido en sus manos todo el poder en el PSOE, no es cualquier cosa. El elemento clave de la misma es que Santos Cerdán es quien ha conformado los dos grupos parlamentarios socialistas, en el Congreso y en el Senado. Vigiló estrechamente su composición para asegurarse de que en ellos no hubiera más que gente servil, dispuesta a tolerar cualquier cosa que hiciera Sánchez, por ignominiosa que fuera. Así que, cuando Alfonso Gil fue elegido para ser senador autonómico por el Parlamento vasco en 2022 y luego en 2024, lo fue porque Santos Cerdán quiso que lo fuera. Y Cerdán lo eligió porque la escasez de límites morales en su persona garantizaba que no haría ningún reproche ético a nada que hiciera Sánchez. Y Alfonso Gil sabe que él y sus compañeros han obedecido las a veces indecentes órdenes de Cerdán con el único fin de que el señorito de todos ellos continuara descansando sus reales en La Moncloa. Así que, Alfonso Gil no es senador autonómico por su facilidad, inclinación, capacidad o tendencia a hacer reproches éticos, sino que fue elegido por Cerdán precisamente por lo contrario, por su disposición a no hacerlos cuando debiera.

Cuando Santos Cerdán le reclama a su apocado crítico que se pregunte si está en condiciones de hacerle ningún reproche ético, lo que le está diciendo es que lo que se lleva a casa, en blanco o en negro, lo recibe precisamente en pago de pasar por todo lo que haga Pedro Sánchez y su banda en el Gobierno. Y que, si no fuera por Pedro Sánchez y por él, no lo cobraría.

Ahora, la cuestión es si Alfonso Gil, cuando temblorosamente se decidió a hacer aquel reproche ético, ¿lo hizo a título personal o en nombre de todo su partido, incluido el secretario general? Si lo hizo como cosa suya, la amenaza estaría dirigida exclusivamente a él. Y, si lo hizo en nombre del partido, la advertencia la estaría haciendo Cerdán a todos sus compañeros, incluido el número uno. Esto último es más probable porque, cuando todos los que en el PSOE tienen un cargo electo han tolerado unánimemente, sin rechistar, sin atisbo de protesta, tanta iniquidad es porque comparten de una u otra forma los beneficios de estar en el poder. Y Cerdán lo sabe porque es quien los repartía. Y por eso Alfonso Gil no se atrevió a insinuar más reproches éticos y enmudeció como se callan los delincuentes cuando son sorprendidos en una mentira. Cerdán no cantará, de momento. Pero cómo lo haga, se pueden preparar todos, de Alfonso Gil a arriba.

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