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Antonio Robles

En defensa de los Mozos de Escuadra

La decisión de hacer un Consejo de Ministros en Barcelona perseguía bajar la tensión y hacerse querer. ¡Qué iluso Sánchez!

Siete meses perdidos lleva Pedro Sánchez en nombre de la seducción. Ni siquiera se le puede disculpar por ignorancia. A nadie en su sano juicio se le podía escapar que los nacionalistas le apoyaron en la moción de censura para poner a un títere en la Moncloa y tener el Estado a su merced. Cualquier mandatario constitucionalista con tan sólo 84 diputados estaría igualmente a merced de los nacionalistas si pretendiese gobernar.

He aquí su delito, apoyarse en quienes sólo buscaban y persiguen poner España a disposición de los objetivos separatistas.

Pero parece no aprender. La decisión de hacer un Consejo de Ministros en Barcelona perseguía bajar la tensión y hacerse querer. ¡Iluso! Cuando ha comprobado que el presidente de la Generalidad exige a su consejero de Interior depurar los mandos de los Mozos de Escuadra para evitar cargas contra los CDR, su respuesta es la peor de las posibles: mandar 1.000 agentes de la Policía Nacional y la GC a Cataluña para garantizar lo que los Mozos no parecen querer garantizar. En vez de tomar el control de los Mozos amparado en la Ley de Seguridad Nacional, crea un escenario perfecto para rodar otro 1-O, donde las Fuerzas de Seguridad del Estado serán tratadas como fuerzas de ocupación y los mozos, como la policía civilizada de la Republicana catalana. Imposible hacerlo peor. Dónde no había un problema, ha creado tres: inventar una reunión de ministros perfectamente prescindible, evidenciar que el Estado ya no rige en Cataluña y crear la ilusión de que los Mozos son la policía de la República catalana.

De los tres errores, el último es el más irresponsable. La inmensa mayoría de los Mozos son profesionales defensores de la Ley. Como no podía ser de otra manera. De los cerca de 17.000, únicamente 3.000 podrían ser separatistas. Demasiados, por supuesto, pero, aun así, estos, como los otros 14.000, son policía judicial al servicio de la Ley que están obligados a actuar en función de las órdenes que sus mandos les den. No tienen que estar siempre de acuerdo, pero han de cumplirlas. Siempre y cuando no vayan contra el orden constitucional.

Dicho esto, debo subrayar que la mañana del pasado día 6, conmemoración de los 40 años de la Constitución, los Mozos actuaron con gran profesionalidad en Gerona, impidiendo en todo momento que la violencia de los CDR tomara la Plaza de la Constitución, donde se celebraba un acto de homenaje a la Ley de Leyes, y que si los que allí fuimos estuvimos a salvo de esas agresiones físicas fue por su intervención intachable. Y no era fácil, tanto por el número y violencia de los CDR como por el espacio a blindar de una plaza muy abierta. Solamente la agresión en una de las entradas a Álvaro de Marichalar, sacado del linchamiento por mozos de paisano infiltrados entre los CDR, y las típicas agresiones verbales, escupitajos, insultos, lanzamientos de objetos, empujones, etc., que sufrimos fuera del recinto, se escaparon a su control. Precisamente por su eficacia en esa concentración y posteriormente en Tarrasa, el presidente de la Generalidad, Quim Torra, ordenó al consejero del Interior depurar a los mandos que dirigieron esas operaciones. Ni siquiera se preocupó por los 13 mozos heridos.

PS. De momento, la cobertura alarmista que están dando los medios a propósito de la seguridad del 21-D ya ha dado la primera victoria a los CDR. Están convirtiéndolos en una amenaza, en una leyenda, cuando son una pandilla de niñatos consentidos. Deberían medir los daños colaterales de esa frivolidad, y documentarse mejor. Como en el caso de Gerona el Día de la Constitución. Todos los medios informaron de que era una organización de Vox, y algunos, con el latiguillo de ultraderecha. Seguidismo del nacionalismo. Cualquier reivindicación constitucional la simplifican con el mantra de la ultraderecha. Y no fue así. La organización convocante fue Borbonia y Vox era una organización más entre otras muchas. Como Centro izquierda de España (dCIDE), a la que me tocó representar. Sirva aquí la evidencia.

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