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Cayetano González

El adiós de Soraya

Su gran error, con el que tendrá que cargar durante el resto de sus días, fue el enorme fiasco que supuso la denominada 'operación Diálogo' en Cataluña.

Su gran error, con el que tendrá que cargar durante el resto de sus días, fue el enorme fiasco que supuso la denominada 'operación Diálogo' en Cataluña.

Siempre me ha producido cierto repelús escuchar o leer los comentarios absolutamente laudatorios que habitualmente se hacen cuando una persona fallece. No niego que en algunos casos sean merecidos, pero da la impresión de que hay que morirse para que hablen bien de uno. De la misma manera, nunca he sido partidario de hacer leña del árbol caído cuando a alguien las cosas no le van bien. Voy a intentar ser fiel a este sentir en la hora del adiós político de Soraya Sáenz de Santamaría.

Empezaré diciendo que creo que ha tomado la decisión más inteligente para ella y, sin duda, la mejor para el PP. Después de su derrota ante Pablo Casado en el congreso extraordinario de su partido, lo mejor que podía hacer era irse. Resultaba evidente que era un cadáver político desde el momento en que perdió las primarias, y su enorme ego, que lo tiene, no le iba a permitir conformarse con ser únicamente una diputada rasa en la bancada popular. Por eso ha hecho lo correcto al tomar la decisión conocida este lunes.

¿Cuál es el balance de la actuación política de Soraya Sáenz de Santamaría? Como en casi todas las facetas de la vida, hay luces y sombras, aunque en este caso abundan más las segundas que las primeras. Los que la han tratado y colaborado con ella destacan su gran capacidad de trabajo, de organizar y sacar adelante el día a día. Esa fue la tarea que fundamentalmente realizó durante los siete años en que fue la número dos en los Gobiernos de Rajoy. Pero no se limitó exclusivamente a eso.

Su gran error, con el que tendrá que cargar durante el resto de sus días, fue el enorme fiasco que supuso la denominada operación Diálogo en Cataluña, que lideró con el visto bueno de su jefe Rajoy. Creyó y apostó por apaciguar al independentismo catalán a través de un conjunto de gestos y medidas –dinero incluido– que lo único que denotaban era un gran desconocimiento de lo que es el nacionalismo en general y el catalán en particular. A Soraya, y a su jefe Rajoy, ese independentismo le organizó y llevó a cabo dos referéndums ilegales, en noviembre de 2014 y en octubre del pasado año, sin que fuera capaz de impedirlos pese a los instrumentos que la ley ponía a su disposición.

También es muy negativo el balance de su actuación en lo referente a los medios de comunicación. Desde la autorización, impulsada por ella en el verano de 2012, de la fusión de Antena 3 y La Sexta y de Cuatro y Telecinco, hasta el control casi absoluto de vidas y haciendas tertulianas en prácticamente todas las cadenas de radio y televisión. Tarea esta última en la que su brazo ejecutor era una persona llegada de Castilla y León que se creyó la reina del mambo y que responde al nombre de María Pico. Ahora esta persona experimentará lo que es que su teléfono deje de sonar.

Soraya siempre se puso de perfil en los momentos complicados que vivió su partido debido a los casos de corrupción. Esos marrones se los dejó todos a Cospedal, y ese fue uno de los principales motivos del odio africano que se profesaban ambas mujeres, entre el dejar hacer e incluso el regocijo de Rajoy.

Que Soraya Sáenz de Santamaría no ganara en julio el congreso extraordinario para liderar el PP fue una buena noticia para ese partido. Si había un escenario seguro para hundirlo del todo, ese era el triunfo de Soraya. Si con Pablo Casado de presidente ya tienen complicado los populares volver a ser una alternativa real al Gobierno frentepopulista de Pedro Sánchez, con Soraya era una misión imposible. Por eso su adiós, su apartamiento de la vida política, es en el fondo una buena noticia para todos los que confían en que el PP pueda volver a ser un referente esencial del espacio de centroderecha en España. Para que esto fuera una realidad era imprescindible que Rajoy se marchara a su casa; ahora lo ha hecho quien fuera su número dos durante siete años. Por algo se empieza, aunque Casado tendrá que hacer muchas más cosas.

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