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Cayetano González

Ortega Lara vuelve a Mondragón

Una parte de esa sociedad vasca, que no sabría cuantificar, está moralmente enferma.

Una parte de esa sociedad vasca, que no sabría cuantificar, está moralmente enferma.
C.Jordá

Entre las imágenes que se pudieron contemplar de los actos en defensa de la memoria y la dignidad de las víctimas del terrorismo que convocaron el pasado sábado en Mondragón la asociación Voces Contra el Terrorismo –que preside Francisco José Alcaraz–, el PP y Vox me impactaron dos que tienen al mismo protagonista: José Antonio Ortega Lara, exfuncionario de prisiones que estuvo secuestrado por ETA la friolera de 532 días en un agujero inmundo, construido por los terroristas en el subsuelo de una nave industrial sita a las afueras de esa localidad guipuzcoana.

Casi veinticinco años después de ser liberado por la Guardia Civil –el 1 de julio de 1997–, Ortega Lara volvió a Mondragón a defender a las víctimas. En la primera imagen recogida en el espléndido reportaje literario y gráfico realizado por Carmelo Jordá y publicado en Libertad Digital se puede contemplar a Ortega Lara detrás de la pancarta de los manifestantes convocados por Voces Contra el Terrorismo sosteniendo un folio en el que se puede leer lisa y llanamente "Justicia", una de las tres reivindicaciones que desde hace muchos años piden las víctimas de ETA, junto a la Memoria y la Dignidad.

La segunda imagen, también muy impactante, fue la pintada que algunos descerebrados de la izquierda abertzale hicieron la víspera del acto convocado por el PP vasco, con Carlos Iturgaiz a la cabeza, a las puertas de la nave donde ETA mantuvo secuestrado a Ortega Lara. "Faxistak Kampora. Urte Bakean Arrasate" (Fascistas fuera. Dejad en paz a Mondragón). Hace falta estar muy enfermos mental y moralmente para atreverse a expresar y poner por escrito esas dos cosas. ¿Los fascistas son los antiguos compañeros de partido de Ortega Lara, partido al que ETA persiguió e intentó aniquilar en la década de los 90, asesinando a un buen número de sus cargos públicos? ¿Defender la memoria de las víctimas del terrorismo y hacerlo delante del lugar donde ETA mantuvo secuestrado a Ortega Lara es una provocación, una forma de alterar la paz de Mondragón?

Hace bastantes años, en la década de los 80 del siglo pasado, una persona, vasca y oriunda del Goyerri, le dijo a un amigo común que, cuando ETA dejara de matar, al menos tendría que pasar una generación para que la sociedad vasca pudiera empezar a recuperarse de la miseria moral que había provocado el terrorismo. Y así es. Una parte de esa sociedad vasca, que no sabría cuantificar, está moralmente enferma. No se puede entender de otra forma las miradas y los gestos de odio –auténtico odio– que se pudieron observar el sábado en Mondragón.

Algunos medios y comentaristas han interpretado como un éxito el hecho de que la asociación de presos de ETA que había convocado el acto en homenaje al sanguinario terrorista Henri Parot tuviera que desconvocarlo a última hora y sustituirlo por concentraciones en diversos puntos del País Vasco y de Navarra. Personalmente, no soy tan positivo en el análisis de este hecho.

Es evidente que una decisión de ese tipo es poco habitual en el mundo que rodea a ETA, pero no es muy arriesgado pensar que, dada la buena relación entre el Gobierno de Sánchez y Bildu, bastaría una llamada desde los aledaños de la Moncloa para que los herederos políticos de ETA se avinieran a pedir a los organizadores del homenaje al terrorista Parot que bajaran el pistón y cambiaran el formato del acto. A Sánchez no le venía bien ese acto, donde era evidente que se iba a cometer, esta vez sí, no como en Malasaña con la agresión a un homosexual que nunca existió, una humillación y una afrenta a la memoria y a la dignidad de las víctimas del terrorismo, al homenajearse a un terrorista que tiene 39 asesinatos de seres inocentes sobre sus espaldas.

El problema de fondo radica por tanto en que en la Presidencia del Gobierno habita ahora un señor que no tiene ningún empacho en pactar, en considerar un partido más, a los herederos políticos de ETA, de los que ha recibido su apoyo para gobernar en Navarra y para sacar adelante sus iniciativas en el Congreso de los Diputados. Eso es lo trágico y a lo que los españoles deben poner fin con su voto en las próximas elecciones generales.

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