A ningún observador imparcial se le podía escapar que lo que Tania Sánchez Melero pretendía no era representar a los electores de IU y conseguir un buen resultado electoral. Estaba claro que, tal y como habían denunciado no pocos dirigentes de la coalición comunista, la presencia de la novia de Pablo Iglesias en el primer puesto de la lista de IU en Madrid era parte de una operación "perfectamente planificada" para vaciar la formación que lleva años representando a la izquierda radical en España. Una hoja de ruta diseñada para cebar a Podemos, donde Pablo Iglesias está haciendo gala de un personalismo diamantino.
Parece complicado que la desaparición de una formación como IU, que está en los antípodas de las ideas de libertad que necesita España, pudiese resultar una mala noticia, pero sí lo será si su lugar lo ocupan gentes con la misma ideología pero mucho más sectarias y con un desprecio por la ciudadanía aún más acusado.
Sectarismo y personalismo son dos características muy acusadas de una Sánchez que, tal y como ha afirmado la diputada Libertad Martínez, ya habla con "un rencor inmenso" de una formación que la había hecho su cabeza de lista en las próximas elecciones autonómicas madrileñas y que lleva concediéndole poltronas desde que tenía 23 años.
Si Tania Sánchez es capaz de ese rencor con los que han sido sus compañeros hasta hace 24 horas, cabe preguntarse qué no tendrá en mente para todos aquellos que no compartan siglas ni cosmovisión con ella. La repuesta sólo puede oscilar entre lo preocupante y lo terrible.
Por otro lado, resulta especialmente lamentable el paripé que Podemos y Tania Sánchez andan escenificando desde hace meses. En democracia uno puede defender el partido que desee, por ejemplo el de su pareja, pero es de todo punto impresentable hacerlo con mentiras y añagazas e interpretando el papel de mártir asediado por tirios y troyanos, sobre todo si se ha practicado el quintacolumnismo más descarado.
El sectarismo, el personalismo y el uso y abuso de la manipulación más grotesca son defectos que comparten la pareja Sánchez Melero-Iglesias; defectos que de hecho son rasgos definitorios de esta camada ungidos que no hacen sino demostrar que, si se les consiente, serán bastante peores y mucho más peligrosos que los que conforman "la casta" que no se les cae de sus bocas charlatanas.