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EDITORIAL

Los Pujol ocultan lo que tendrían que aclarar

Pujol no ha aportado documento alguno que justifique el origen de su fortuna ni la forma en que se ha multiplicado.

Este martes han comparecido Jordi Pujol y Marta Ferrusola ante el Juzgado de Instrucción numero 31 de Barcelona en el marco de la investigación que se sigue contra ellos por la posible comisión de delitos de fraude fiscal y blanqueo de capitales. Si la esposa del expresidente de la Generalidad se ha negado a declarar, su marido, que no ha querido responder a las preguntas de la acusación popular, se ha limitado básicamente a ratificar lo que dijo en un comunicado hecho público este verano –cuando reconoció tener una fortuna oculta en el extranjero– y posteriormente en el Parlamento autonómico. Así, Pujol ha reiterado que los fondos que mantuvo de forma opaca para el fisco español durante más de treinta años proceden de la herencia de su padre y que "en ningún caso" provienen "de la corrupción o del erario público".

Se supone que Pujol debería haber utilizado esta comparecencia para aportar las pruebas que acreditan su aseveración. Sin embargo, el otrora poderoso mandatario nacionalista no ha aportado a la juez documento alguno que justifique el origen de su fortuna. Por ejemplo, los manuscritos a los que Pujol se ha referido y en los que se reflejaría la última voluntad de su padre, Florenci, de donar a Marta Ferrusola y a sus hijos una cantidad que en 1992 ascendía a 140 millones de pesetas.

Pujol ha asegurado que desde el primer momento "no quiso vincularse" con este legado debido a la procedencia ilícita del mismo en torno al "cambio de divisas" llevado a cabo por su padre en los años 60, ya que podría dañar a su imagen política, recién elegido presidente de la Generalidad, y por eso no lo regularizó. Asimismo ha afirmado que el dinero lo gestionó un amigo de su padre, Delfí Mateu, ya fallecido, y que se fue invirtiendo en productos financieros dentro de Andorra, lo que, con el incremento de los intereses, llevó a que se multiplicara hasta los 500 millones de pesetas.

Resulta inverosímil que los gestores de esa herencia fueran capaces de engordarla tanto de manera lícita en el transcurso de tan pocos años, y el hecho es que ni Pujol ni ninguno de sus hijos han aportado documentos acreditativos al respecto.

Pujol tampoco ha aportado prueba alguna que le exima de los delitos de fraude fiscal y blanqueo de capitales. Parecería que el clan, más que confiar en su inocencia y en su capacidad de acreditarla, confía en la prescripción de los delitos y en que surta efecto la nada velada amenaza que el expresidente de la Generalidad profirió en su día en el Parlamento regional: "Si se siega una rama del árbol, caerán todas las demás".

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