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EDITORIAL

Por fin acaba el maldito 2020: ¿hay razones para el optimismo?

Si este Gobierno califica de sobresaliente su pésima gestión y no reconoce uno solo de sus numerosos y funestos errores, ¿qué motivo tienen los españoles para imaginar un 2021 promisorio?

Sería lógico que, tras un año tan desastroso como ha sido 2020 en los ámbitos político, sanitario, económico, social e institucional, muchos españoles albergasen la esperanza de una mejoría que, por leve que fuera, hiciera de 2021 uno mucho mejor. Así podría ser si, para empezar, el Gobierno partiera de un diagnóstico mínimamente realista de la terrible situación, reconociese los errores cometidos y mostrara un decidido propósito de enmienda.

Sin embargo, basta recordar el idílico balance que ha hecho el presidente del Gobierno de este annus horribilis –como tan acertadamente lo ha calificado Pablo Casado– para que el temor y el desaliento cunda entre la ciudadanía. Porque si este Gobierno, completamente desconectado de la pavorosa realidad, califica de sobresaliente su pésima gestión y no reconoce uno solo de sus numerosos y funestos errores, ¿qué motivo tienen los españoles para imaginar un 2021 promisorio?

En política, como en cualquier otro ámbito de la vida, no existe límite al deterioro y nada asegura, por muy malo que haya sido 2020, que 2021 no pueda ser aun peor. De hecho, lo previsible es que sea también tremendo, dado el declarado empeño del nefasto Pedro Sánchez de seguir el mismo derrotero. El fatuo y narcisista presidente del Gobierno no ha hecho absolutamente nada por distanciarse de sus aliados de extrema izquierda, con los que quiere agotar la legislatura, y separatistas, a cuyos sediciosos presos pretende poner en libertad nada más empezar el año, bien mediante reformas legislativas, bien mediante la concesión de unos indultos especialmente infames.

De la ayuda que el Gobierno va a recibir de la UE, Sánchez sólo piensa en las cantidades formidables de dinero que va a tener a su disposición, no en someterse a la disciplina presupuestaria que Bruselas demanda a cambio. Eso, por no hablar del arbitrario y politizado reparto de fondos en función del color político de las comunidades autónomas, tal y como se denuncia desde la agraviada Madrid. El Gobierno está dispuesto a seguir desechando la austeridad como si a los españoles, en vez de caerles encima una crisis económica y sanitaria brutal, en gran parte por culpa del propio Gobierno incompetente de Sánchez y su banda, les hubiera tocado la lotería.

Sánchez parece igualmente decidido a consumar en 2021 su asalto al Poder Judicial, tomando el CGPJ o concediendo la instrucción de las causas penales a la prostituida Fiscalía comandada su lacayuna exministra Dolores Delgado, intimísima del condenado prevaricador Baltasar Garzón, que tanto daño ha hecho a la Judicatura nacional.

Para cebar el pesimismo, las tan esperadas vacunas contra el covid-19 podrían no ser suficientes para acabar con la pesadilla sanitaria, dado que el coronavirus podría volverse endémico, tal y como acaba de alertar la por otra parte casi siempre sospechosa Organización Mundial de la Salud (OMS) .

Si a todo lo anterior se suma un panorama mediático abrumadoramente progubernamental y una oposición desunida e ignorante del coste suicida que puede implicar su estéril cainismo, resulta muy difícil encarar 2021 con ilusión sin ser un completo iluso.

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