Esta es la foto de mi verdadera "presentación en sociedad". Es el día del Corpus de 1953 o el de la patrona de mi pueblo, la Virgen del Tremedal, del mismo año. Seguramente, el Corpus, uno de los "tres jueves del año / que relucen más que el sol". La foto está tomada en el momento en que la procesión llega a la plaza del pueblo. Luz a raudales, fresco verano en la sierra turolense, música, cánticos y la plaza llena, que no parece impresionarme aunque sin duda la veo así por primera vez. Yo no había cumplido aún los dos años y nunca había ido por mi propio pie en la procesión, porque no haría un año que había aprendido a andar, pero de la mano de don Ángel, un maestro muy cercano a nuestra familia, no parezco particularmente asustado ni medroso. La clave de la facundia infantil no está sólo en la mano segura del maestro sino en la actitud de la maestra, mi madre, que está embarazada de mi hermana Encarna, pero que se adelanta unos pasos de sus otras dos colegas para observar y cuidar mis primeros pasos en el mundo. El apoyo físico y el respaldo psicológico, como encargados para fabricar un escritor, resultan conmovedores de puro ostensibles. Tanto como la actitud del crío, que no parece haber venido al mundo a esconderse.