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CINE

Las crónicas de Narnia. El príncipe Caspian

A la vista de la rentabilidad de la primera entrega (650 millones de dólares), los directivos de los estudios Disney y Walden Media han estrenado esta segunda parte de los relatos de C.S. Lewis, escrita en 1941.

A la vista de la rentabilidad de la primera entrega (650 millones de dólares), los directivos de los estudios Disney y Walden Media han estrenado esta segunda parte de los relatos de C.S. Lewis, escrita en 1941.
Las crónicas de Narnia. El príncipe Caspian

Aunque introducen evidentes cambios respecto a la novela, los guionistas Andrew Adamson, Christopher Markus y Stephen McFeeley, respetan la posibilidad de una lectura cristiana del relato y el director Andrew Adamson nos ofrece una segunda entrega de estilo bien distinto de la primera, con un presupuesto de doscientos millones de dólares.

Un año después de las peripecias narradas en El león, la bruja y el armario, los niños protagonistas de aquella aventura son reclamados de nuevo a Narnia. Pero allí han pasado más de mil trescientos años. Durante su ausencia, los telmarinos han conquistado Narnia, que ahora está dominada por el malvado rey Miraz. Los cuatro niños tendrán que liberar Narnia con la ayuda del joven príncipe Caspian, heredero legítimo al trono telmarino, que se ha visto obligado a esconderse de su tío Miraz, que trama su asesinato.

Yendo a la metáfora cristiana, si en la película anterior todo gravitaba en torno a Aslan, imagen de un Jesucristo que vence a la muerte con su sacrificio y su resurrección, aquí podríamos decir que la película hace referencia al tiempo de la Iglesia. Aslan (Jesucristo) está y actúa, pero para reconocer su presencia se requiere de la gracia de la fe. Lucy encarna esa fe cierta y confiada en la presencia de Aslan, y Aslan responde a esa fe obrando portentos, venciendo al enemigo contra todo pronóstico. Pero la fe de Lucy se pone en juego en medio de vicisitudes sin cuento en las que los hermanos deberán jugar su libertad y su razón, con el evidente riesgo de equivocarse. Lo que nunca harán los hermanos es quebrar su unidad, ni cuestionar la autoridad de Peter, el hermano mayor.

Las crónicas de Narnia. El príncipe CaspianLa trama, en general, es más convencional. Muy pegada al género épico, se resume en la clásica historia de un resto de Israel que se enfrenta a un ejército poderoso. Dispone de unas localizaciones espectaculares en Nueva Zelanda, las mismas de El Señor de los Anillos, y una puesta en escena que recuerda a las grandes batallas rodadas por Akira Kurosawa. El recurso a la tecnología digital está muy conseguido (1.500 efectos digitales), aunque desgraciadamente ha perdido ya la capacidad de sorprendernos. Aún así, sin duda lo más espectacular y entretenido del film pertenece tanto a la batalla nocturna del ataque al castillo de Miraz, como a la batalla final con duelo de reyes incluidos. Posiblemente el efecto visual más conseguido sea el de la montaña de agua, que como dice Josep Parera en Imágenes de Actualidad, "sin lugar a dudas, recuerda a Dios". Por cierto, tanto esa escena como la del hundimiento del campo de batalla son dos situaciones que recuerdan inevitablemente al paso del Mar Rojo por el pueblo judío perseguido por el Faraón. Desde el punto de vista dramático son más ricas las escenas pequeñas, donde se pone más de manifiesto la urdimbre humana de los personajes, como el diálogo de Lucy con Aslan o el reencuentro con la Bruja Blanca.

La película, brillante e interesante en su conjunto, padece algunos problemas de ritmo y la dilatada duración de la cinta se sufre con esfuerzo en determinados momentos. No tiene ningún sentido que la película se prolongue más allá de las dos horas. Para los más pequeños puede resultar un poco tediosa y difícil de seguir. No podemos concluir sin aludir al oficio de los jóvenes actores, que parecen crecer más deprisa que Harry Potter y sus amigos, y que lejos de hacer peligrar la saga, la hacen más creíble.

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