Menú
Ignacio Villa

Arriola: ¡ese hombre!

Las pistas sobre la importancia del robo en el despacho de Pedro Arriola las ha proporcionado el Gobierno mismo, que ha manejado este asunto con una estrategia claramente desafortunada, a trompicones y de mala gana. Y es que el principal error ha estado en lo de siempre: sencillamente, no estamos ante unas simples elucubraciones periodísticas.

Fue el Gobierno quién dijo que los ladrones eran auténticos especialistas y que sabían lo que hacían; fue el Gobierno quien dijo que no había documentos que afectaran a la seguridad del Estado, aunque sí había sido sustraída documentación referida al Partido Popular; fue el Gobierno quién repitió una y otra vez que los papeles del PP robados eran opiniones de Arriola sobre cuestiones planteadas por el propio Aznar; fue el Gobierno el que, ante el embrollo que se había organizado, comenzó a difundir el mensaje de que estábamos ante un simple "robo de verano"; fue el Gobierno quién ha mezclado el contrato que Arriola pueda tener con el PP con otros contratos que éste mantenga con otras empresas; y fue el Gobierno, en definitiva, quién ha ofrecido una imagen dubitativa y nerviosa en sus intervenciones públicas y parlamentarias sobre el robo en cuestión.

Lo cierto es que el conocimiento de este robo, además de abrir la puerta a la existencia de documentación confidencial sobre los candidatos a la sucesión, está destapando la situación, al menos "especial", que Pedro Arriola tenía y tiene en el entramado "monclovita". No es suficiente con decir que el contrato formal del asesor de Aznar es con el Partido Popular. Desde la dirección del PP se venía advirtiendo al círculo cercano al presidente que la situación "anómala" de Arriola podía ser susceptible de crítica y de polémica, y, cuando menos vulnerable. Al final, todo se ha confirmado. Arriola se ha convertido en un portillo por el que están entrando malos vientos para el PP, cuyas consecuencias para los cimientos del poder aún están por calcular.

En todo caso, la torpeza, ya habitual en estas polémicas, con que el Partido Socialista está actuando, paradójicamente es el único cobijo donde los populares están encontrando un cierto respiro. Los socialistas, que siguen con la vieja cantinela de las privatizaciones y que nada tiene que ver con esta historia, siguen sin enterarse.

Desde luego, si el objetivo del robo era dar un cierto "susto" a la estructura del PP, lo han conseguido. Hacia tiempo que no se veía a algunos dirigentes con una dosis tan grande de miedo en el cuerpo. En cambio otros populares están tan tranquilos. ¿Por qué será?

En Opinión