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Ignacio Villa

Cuestión de principios

La firma del Pacto Antiterrorista de pasado mes de diciembre tenía (y tiene) un objetivo, como su propio nombre indica: la lucha antiterrorista. Una lucha que, tras los últimos atentados de ETA, se demuestra que no sólo debe seguir activa sino que está más de actualidad que nunca.

Por todo ello, extraña la actitud del PSOE ya que, ahora, hace amagos de modificar el pacto para dejar una puerta abierta al PNV y a Eusko Alkartasuna. Estos amagos socialistas son, por encima de todo, peligrosos y contradictorios. Y lo son porque el PSOE parece que se olvida de algunos principios que, tanto ellos como el PP, han venido repitiendo desde el pasado mes de diciembre. El Pacto es antiterrorista, no es un pacto antinacionalista. Además, han insistido de todas las formas posibles en que este pacto no era un acuerdo pre-electoral, sino atemporal, cuyo único fin era devolver la normalidad democrática a las instituciones vascas.

Y, por último, esta actitud socialista es contradictoria porque fueron ellos los que, en su origen, tomaron la iniciativa del pacto. Y, ahora, con estas dudas y tambaleos, transmiten a la sociedad el mayor de los peligros: la falta de unidad entre los partidos democráticos.

Hablábamos también de peligros y, en efecto, ese peligro existe. Intentar dulcificar ahora el pacto es bajar la guardia. Precisamente, una de las grandes cuestiones pendientes del Gobierno de Ibarretxe es reconocer, con todas sus letras, que el terrorismo existe en el País Vasco y que, desde su responsabilidad, no se están poniendo todos los medios para combatirlo. No dejaría de ser una paradoja política que, ahora que EH tiene menos respaldo parlamentario, que ETA sigue matando bajo el síndrome de la locura y que en el País Vasco muchos siguen viviendo con escolta; el PSOE baje la guardia y ponga ambigüedad en la lucha contra el terrorismo. ¿Han preguntado desde Ferraz qué piensan las decenas de concejales socialistas que viven con escolta en tantos pueblos vascos?

Es cierto que el PNV ha manifestado, por primera vez en dos años, buenos modos, maneras distintas. Pero ya hemos dicho que eso no es suficiente. El PNV tiene que confirmar con hechos claros y contundentes sus buenas palabras. El diálogo es bueno, pero la lucha contra el terrorismo es necesaria. Además, los nacionalistas, como tantas veces en la historia, nos ofrecen varios rostros, varias caras. Son el ejemplo absoluto de la contradicción. Ibarretxe, Arzalluz y Erratzi son tres ejemplos claros de lo dicho.

Y, con todo esto, el PSOE ha picado. Será ingenuidad, será estrategia, pero los socialistas han ido detrás del PNV, como quien no tiene experiencia política. A todos nos gustaría que los nacionalistas volvieran al redil, pero tienen que volver. No es suficiente con un ejercicio de “imaginación política” para creer que han rectificado. El PNV tiene que rectificar. El listón está donde está. Si el PSOE quiere bajarlo para hacer un teórico favor al PNV, estará haciendo daño a toda la sociedad. Aquí no hay medias tintas. Pensar que el PP y el PSOE han fracasado en sus expectativas el 13 de mayo no puede significar que se renuncie a los principios. Y la unidad en la lucha contra el terrorismo es una cuestión de principios.

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