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Ignacio Villa

Empiezan los navajazos en el PP

Los preparativos del Congreso Nacional del PP, a celebrarse el próximo mes de enero, han comenzado a convertirse en el escenario de los enfrentamientos internos del partido. Unos y otros comienzan a tomar posiciones para no quedarse fuera del cotarro.

Es el propio presidente del Gobierno quién está llevando en persona los preparativos del Congreso. Para empezar, tiene entre manos una sorpresa para esta cita política del mes de enero. Aznar quiere que dicho Congreso se convierta en un gran homenaje a Jaime Mayor Oreja que suponga, además, la recuperación para la política nacional del que fuera ministro del Interior.

En Génova ya nadie oculta nada. Se han enterrado los miedos y las prudencias. Y es público y notorio que existe un claro malestar con Javier Arenas por su campaña de promoción personal, con una presencia constante en TVE, y también por el goteo de filtraciones internas en las que curiosamente siempre sale mal parado Rodrigo Rato. Pero son los mismos quienes advierten que Rato va a mantener el mismo peso político que el resto de vicesecretarios. Y recuerdan que Javier Arenas está nervioso, puesto que no conoce los planes de futuro que sobre él pueda tener José María Aznar.

Lo que sí parece cierto es que el presidente Aznar se va a poner “las pilas electorales” desde el próximo mes de enero. Quiere realizar una gran ofensiva de actos de partido por toda España pensando en las elecciones autonómicas y municipales del 2003. Aznar reconoce que esos comicios se van a convertir en un enfrentamiento “cara a cara” entre Zapatero y él mismo. Esas elecciones pueden marcar las pautas de las generales del año siguiente, y por lo tanto van a ser un termómetro político de la situación real.

Por ello mismo, en el PP no descartan que Aznar cambie de opinión, y explican que en caso de que las expectativas del 2004 no sean buenas, el presidente Aznar se vuelva a presentar para no dejar al PP en la estacada. Al final, la responsabilidad política le puede llevar a cambiar de opinión, le guste o no.

En todo caso, se quiere que el Congreso de enero sea un encuentro de tranquilidad y sosiego. El impulso político, la renovación y el cambio tienen que producirse desde el Gobierno, no desde el partido. En el PP se niegan a crear expectativas de “sucesión” para el Congreso. Será, añaden, de “guante blanco”. Y sugieren que donde tienen que registrarse esos cambios es en el Ejecutivo, del que se esperan un mayor impulso político.

Por cierto hablando de cambios, la imagen corporativa del PP va a cambiar: se estilizará el logotipo y la gaviota, que ahora vuela hacia la derecha, se va a centrar.

En definitiva, ¿qué sacamos en claro? Pues que en el PP se respira tensión interna a la espera de las decisiones de Aznar en las próximas semanas, y que la sucesión tendrá que esperar, de momento y al menos, hasta 2003. Aunque para sorpresas, que le pregunten al presidente.

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