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Ignacio Villa

España, marginada

El presidente francés le ha tendido a ZP una trampa muy sibilina: emitió un comunicado diciendo que apoyaba la presencia de España, esperando que más tarde la Casa Blanca dijera que si bien España no iba a estar representada, sí sería escuchada.

Por mucho que conozcamos a Zapatero, el ridículo que está haciendo estos días a propósito de la Cumbre de Washington era difícilmente previsible. El presidente del Gobierno parece haberse vuelto loco con asistir a las cumbres internacionales. El mismo personaje que durante la primera legislatura no concedió ninguna importancia a la política exterior y despreció este tipo de eventos, ahora se queja de que lo hayan excluido de las negociaciones. ¿Estamos asistiendo a un cambio de principios? No. Simplemente ha descubierto que puede utilizar la política exterior para huir de los problemas nacionales, especialmente en este contexto de crisis financiera internacional.

Pero estas tácticas cortoplacistas sólo están enconando las enemistades internacionales que ZP ya cultivó durante la primera legislatura. Su claro enfrentamiento con el presidente Bush (entre otros motivos, por su negativa a levantarse ante la bandera de los Estados Unidos y por la salida precipitada de las tropas españolas de Irak) le ha cerrado las puertas de la cumbre internacional: España se vuelve a quedar fuera.

En el mundo de las relaciones internacionales hay que trabajar a largo plazo, no son válidas las prisas de última hora. Zapatero se ha venido arriba muy pronto: bromeaba en Nueva York con Berlusconi y con Sarkozy y se chuleaba de los piropos de Gordon Brown. Pero no se da cuenta que lo primero le terminaba pasando factura y lo segundo tenía un valor muy relativo.

De hecho, el presidente francés le ha tendido a ZP una trampa muy sibilina: emitió un comunicado diciendo que apoyaba la presencia de España, esperando que más tarde la Casa Blanca dijera que si bien España no iba a estar representada, sí sería escuchada. En fin, un auténtico bochorno. Y es que Zapatero está recogiendo de golpe y porrazo todas las enemistades que ha cosechado en los últimos años.
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