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Ignacio Villa

Expresso doble

La iniciativa de Francisco Álvarez Cascos de incorporar dos enmiendas a la ponencia de Estatutos devuelve al Congreso del PP a la realidad: el debate sobre la sucesión. Esta propuesta de Cascos rompe el paso a la dirección del partido, que buscaba como un objetivo prioritario descafeinar el cónclave del próximo mes de enero vaciando el Congreso de todo posible debate.

El que fuera durante diez años secretario general del PP lo había anunciado y lo ha cumplido. Álvarez Cascos consigue sacar de los pasillos y corrillos la polémica de la sucesión y eleva esa discusión a un nivel de gran relevancia. Y eso ya es irremediable aunque algunas voces del PP, torpes y nerviosas en sus intervenciones, dicen que las propuestas serán rechazadas. Esta última estrategia es equivocada, ya que de esta forma convertirán la Comisión de Estatutos en el centro de atención de todo el Congreso.

Las dos enmiendas presentadas por el actual ministro de Fomento son iniciativas de una persona que conoce bien el terreno que pisa. Estas propuestas están realizadas por alguien que se sabe de memoria los recovecos de los Estatutos del PP. Por un lado, reconoce como un patrimonio del partido la limitación de los mandatos decidida por el presidente Aznar; por otro, obliga a refrendar la decisión sobre el futuro del actual presidente, posiblemente en un Congreso de carácter extraordinario.

Con estas enmiendas, el Congreso de los populares va camino de convertirse en el Congreso de la sucesión; quizá no de los nombres, pero sí de la filosofía con la que el PP debe abordar la candidatura para la presidencia del Gobierno en el 2004. Cascos ha roto la tranquilidad artificial que buscaban desde el aparato del PP. Ha conseguido “activar” informativamente un Congreso que pretendían fuera plano y sosegado.

De todas formas, no hay que engañarse. En el PP son muchos los que piensan que esta iniciativa de Álvarez Cascos la conocía José María Aznar, quien en ningún momento se opuso a ella. No es que el presidente del Gobierno haya cambiado de opinión –explican–, simplemente es que la decisión sobre la sucesión no está tomada y por lo tanto sería un error de estrategia cerrar una puerta que, en caso de emergencia, siempre sería una apuesta segura.

Cascos ha demostrado durante años –añaden– su fidelidad al partido y a su presidente. No tiene sentido pensar que en esta ocasión vaya por libre. La dirección del PP quería un descafeinado de máquina para el Congreso, pero todo indica que se van a encontrar con un "expresso doble", solo y sin azúcar.

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