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Ignacio Villa

Frívolo por fuera, radical por dentro

Ante este panorama tan desolador, resulta especialmente preocupante la solemne empanada mental de la que está haciendo gala el Partido Popular. La oposición está desaparecida, sin dar señales de vida.

El nuevo primer ministro italiano Silvio Berlusconi –que no es precisamente un ejemplo de buena salud democrática– ha tenido su gracia al calificar al Gobierno de Zapatero como un Ejecutivo demasiado rosa. Una broma algo chusca, la de il Cavalieri, pero que no deja de ser motivo de preocupación. Y es que menos de 24 de horas de haber tomado posesión de sus cargos los nuevos y viejos ministros, el nuevo Ejecutivo español ya es motivo de burla y mofa en media Europa. Y es que objetivamente, dejando de lado los habituales golpes de efecto propagandísticos, el nuevo Gabinete ofrece una imagen superficialmente frívola y profundamente radical. La peor mezcla posible.

A estas alturas estamos más que acostumbrados a que los gobiernos de Zapatero se paseen a lo largo y ancho del arco iris, del rojo al amarillo, sin olvidarse del añil. Mucho colorín, mucho juego de artificio, mucha imagen para el recuerdo, pero una capacidad para la gestión completamente inexistente. Poco podrán deslumbrar pues los nuevos ministros, más allá del fogonazo inicial de su nombramiento.

Lo realmente preocupante es la conformación de un Ejecutivo diseñado de cara a la galería, pero que ha mantenido en sus filas a los más inútiles y sectarios resabios de la anterior legislatura. Con él se premian y alientan las políticas de división y exclusión del adversario, azuzando un ambiente de pensamiento único letal para la normalidad democrática. Y si el nuevo Gobierno de Rodríguez Zapatero no tiene desperdició en su primer nivel, resulta destructivo para la convivencia en el segundo. Ahí es donde se percibe con más intensidad la dureza y la ideologización de un Ejecutivo que no va a dejar pasar ni una.

Ante este panorama tan desolador, resulta especialmente preocupante la solemne empanada mental de la que está haciendo gala el Partido Popular. La oposición está desaparecida, sin dar señales de vida. De vez en cuando patalea un poco y hace algo de ruido, pero poco más. En el momento en que el Gobierno de Zapatero ha mostrado todos los agujeros por los que se le puede atacar, en el PP parecen no darse por enterados. Están entretenidos en sus milongas y batallitas de salón, pero no en lo importante. Insiste una y otra vez Rajoy en que al PP sólo le interesa lo que interesa a los ciudadanos; pues bien, a los españoles les interesa y preocupa ver cómo ante un Gobierno que está entre lo peor que cabía esperarse la oposición no mueve un dedo. Ya veremos por cuanto tiempo.

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