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Ignacio Villa

La actitud rastrera de la oposición

La reforma del desempleo ya ha pasado la convalidación preceptiva en el Congreso de los Diputados. Esta ratificación ha servido, entre otras cosas, para dejar a cada uno en su sitio. Especialmente en lo que se refiere a la oposición parlamentaria, que ha quedado perfectamente radiografiada en sus miserias y en su débil personalidad política. Del PSOE está casi todo dicho. Han sido los promotores en la sombra de esta huelga general. Han dado a esta convocatoria un alto voltaje político. Han exteriorizado una actitud siniestra a la hora de incitar a la huelga. Han intentado, equivocadamente, sacar la máxima rentabilidad con el mínimo desgaste. Han aplicado, al pie de la letra, la estrategia que utiliza habitualmente Rodríguez Zapatero. Se han perdido en la falta de carácter y en la indefinición de un proyecto. Han vuelto, en definitiva, a naufragar. Han perdido una nueva oportunidad de demostrar su intención de hacer una oposición constructiva.

El PSOE sale trasquilado de la convocatoria de la huelga general, tanto por su desorientación como por su irresponsabilidad. Izquierda Unida, por su parte, ha confirmado lo que todo el mundo sabía. Se ha convertido en una fuerza política marginal y desconectada de los intereses de los ciudadanos, con un líder, Gaspar Llamazares, aquejado de tics lunáticos y anclado en otros tiempos, el cual está convirtiendo a los suyos en unos constantes náufragos de la política parlamentaria. No tienen dirección y caminan irremediablemente hacia el precipicio. Si persiste en esta deriva, Izquierda Unida se está ganando a pulso la desaparición del Congreso en las próximas Elecciones Generales. Del PNV y del Grupo Mixto, no hay más repetir lo que ellos mismos se empeñan en demostrar una y otra vez: sus intereses están muy lejos de los ciudadanos. En un permanente estado de ansiedad, sólo les preocupa la supervivencia política. Capaces de cualquier cosa, una vez más han demostrado dejarse llevar por la corriente. Su ineptitud les obliga a evitar una política seria en cuestiones generales del Estado.

Y por fin a la desagradable confirmación de cómo entienden la política Convergencia y Coalición Canaria. Los dos partidosna cionalistas han demostrado ser rehenes de sus propios intereses. Sin más horizonte que sus problemas internos, sin más objetivos que una política entendida como un mercadeo. Si no tienen nada que recibir, nada están dispuestos a dar. Si no aumenta su cuenta de resultados electoral, no quieren hablar de corresponsabilidad. Si no sacan nada en claro, prefieren escurrir el bulto. Catalanes y Canarios, con su actitud a la hora de rehuir la convalidación del decreto sobre la reforma del desempleo, han explicado a los cuatro vientos su forma de entender la política. Para ellos todo se reduce a un cambio de cromos, egoísta y rastrero. Su teórica preocupación por colaborar con el Gobierno central en la legislatura, al final se reduce a su interés particular.

Con esta fotografía panorámica de la realidad parlamentaria, poco más hay que añadir. Nuestra clase política no da más de sí: pueblerinos y mezquinos, incapaces de tener una visión seria y amplia de los problemas. En fin, ¡una pena!.

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