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Ignacio Villa

La clave es la participación

La larga campaña electoral del País Vasco no ha hecho más que empezar. Los candidatos están entrando ya en danza, aunque todo apunta a que la campaña, en su etapa más ruidosa y dura, comenzará de manera definitiva el Domingo de Pascua, cuando el PNV celebre el “día de la patria vasca”, con un mitin multitudinario, que servirá de refrendo para sus candidatos.

Desde ese momento, la campaña será encarnizada. Con un objetivo: la participación. La clave, así lo apuntan todos, estará en la participación. Si se sitúa entre un 70 y un 75 por ciento, la mayoría parlamentaria, del PP y el PSOE puede ser una realidad. Por ello, desde las filas populares y socialistas se recuerda que la sociedad vasca está ante una oportunidad única de cambiar la situación, e insisten en la necesidad de evitar la abstención llamada del “miedo”.

Precisamente, en este ambiente de resultados decisivos, los dos grandes partidos nacionales no descartan atentados sangrientos e importantes de ETA. La banda, desorganizada e indisciplinada –matizan– es incapaz de controlar directrices y órdenes como hacía en tiempos pasados.

No cabe duda de que una de las grandes incógnitas es saber qué puede hacer el POSE el día siguiente a las elecciones. Desde el PP, apuntan que los socialistas actuarán con responsabilidad y sí los resultados entre PNV y PP son ajustados, el PSOE apostará por la alternancia, convirtiéndose en realidad un gobierno formado por el PP y el PSOE


Mientras tanto, se sugiere, que del PNV se puede esperar cualquier cosa. Ellos saben que sí no pueden gobernar, será una formación política condenada a disolverse o partirse en mil pedazos. Por eso, los nacionalistas buscan formulas y maneras para atraer el voto radical. Una de esas vías es la arbitrada bajo el epígrafe “Aralar”, una iniciativa que todavía esta muy lejos –sugieren desde los grandes partidos nacionales- de ofrecer algo electoralmente consistente.

Y en todo este entramado, surge la propuesta de Mayor Oreja de apostar por el “modelo alavés”, algo tan sencillo como decir que la solución no está en Irlanda o en Canadá, la tenemos en casa.

Podemos convivir respetando a los demás. El problema vasco no es tan complicado, si hay buena voluntad y sentido común.

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