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Ignacio Villa

Las filtraciones pasan factura

El que avisa no es traidor. Desde hace meses, el Gobierno viene escuchando críticas y sugerencias sobre la política informativa que esta desarrollando en esta legislatura, basada en los “globos sonda” y en las filtraciones. Una dinámica con resultados aparentes a corto plazo, pero que suponen una paralización progresiva de otros resortes y mecanismos menos ruidosos pero mas efectivos a la hora de la verdad.

La estrategia es sencilla. Por sistema, el ministerio del Portavoz no genera información, sino que prefiere el comentario reservado o la ausencia de declaraciones. Un ejemplo es la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de todos los viernes. En la anterior legislatura se utilizaba para lanzar mensajes a unos y a otros, para marcar las pautas del Ejecutivo, para imprimir ritmo a la gestión del Gobierno, etc. Ahora se prefiere lo contrario: ofrecer un perfil bajo en el capítulo de la información mientras el trabajo real se hace de otra manera. Se recurre al uso habitual de los “globos sondas” y posteriormente se trabajan con intensidad las filtraciones a algunos medios escogidos. No hay que remontarse muchos días atrás para recordar cómo el Gobierno filtró, sólo a “algunos”, las últimas medidas que pensaban proponer en la reunión del Pacto antiterrorista. La filtración se produjo el domingo por la tarde, con tiempo más que suficiente para incluso escribir los editoriales del día siguiente.

En fin, cada uno es dueño de sus políticas y también de sus errores. En este sentido, uno puede administrar la propia información como se le antoje, pero, cuando hace referencia a terceros y se utiliza como arma política, lo mínimo que puede hacer el Ejecutivo es tener contrastado lo que filtra. Jugar con estas historias es muy peligroso. Desde luego, es un error político que en una situación normal debería tener consecuencias internas en el Ejecutivo. Los errores del Gobierno no suelen ser corporativos. Habitualmente tienen nombre y apellidos.

Esto de las filtraciones como política informativa de un Gobierno no es buena cosa. La experiencia así lo dice. La política de comunicación de un Ejecutivo con mayoría absoluta se debe basar en la “venta” de la propia gestión con firmeza y convicción. Sin embargo, en La Moncloa, por el momento, no quieren darse por enterados. Y no será porque nadie les ha avisado.


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