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Ignacio Villa

Un juego de feria

No deberían tener tanto miedo. Pueden estar seguros de que Mariano Rajoy va a ganar el congreso del mes de junio, de modo que sus nuevos puestos los tienen asegurados. Pero ese no es el problema. Lo malo vendrá el día después del congreso.

El adiós de la política de Eduardo Zaplana, la frialdad de Rajoy en la despedida y la revuelta interna en el grupo parlamentario han abierto la puerta a nuevos abandonos en el núcleo duro del partido. Los rumores no cesan. Buena parte de la vieja guardia está de acuerdo en dejar paso a nuevas caras, pero no creen de recibo que se les arrincone como apestados, como radicales y como los responsables de haber perdido las últimas elecciones generales.

No debiera hacer falta recordarlo por obvio, pero parece que haya muchos en el PP que necesitan que alguien se lo diga: el 9 de marzo perdieron todos, con Mariano Rajoy como cabeza de cartel. La derrota electoral no estuvo provocada por Acebes, Costa, Zaplana o Pizarro. También perdieron Lassalle, Soraya, Alonso o Ayllón, por citar sólo unos nombres. Aquí no hay lista de buenos y de malos. Formaron todos un equipo que ahora debe asumir su responsabilidad como tal. No es de recibo hacernos creer que esas "nuevas caras" han aterrizado impolutos en el Congreso de la noche a la mañana, mientras que el resto de los miembros de la formación son unos perversos extremistas.

Por otra parte, el nuevo círculo de Mariano Rajoy parece empeñado en construir su liderazgo a base de fuegos de artificio. No quieren saber nada de la defensa de los principios, se olvidan de que se presentaron a las elecciones con un programa concreto y no otro y entierran la claridad intelectual de unos valores firmes. No deberían tener tanto miedo. Pueden estar seguros de que Mariano Rajoy va a ganar el congreso del mes de junio, de modo que sus nuevos puestos los tienen asegurados. Pero ese no es el problema. Lo malo vendrá el día después del congreso.

Al día siguiente de la victoria de Rajoy comenzará una carrera agónica con una larga lista de citas electorales con exámenes diarios para el líder del PP. Tendrá que lidiar con ellos contando con un partido fracturado, con muchos dirigentes afrentados, con un ambiente político irrespirable y unas esperanzas electorales bajo mínimos. Al PP no le basta para funcionar con construir un discurso sobre simpáticos y antipáticos. Los populares formaban parte de un partido de Gobierno que están tristemente destruyendo ellos mismos. El daño que le están haciendo podría resultar imposible de reparar durante mucho tiempo. Esta deriva no sólo no es justificable, sino que ni siquiera es rentable electoralmente. Y ojo, que el siguiente paso a dar es la descomposición.

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