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Jorge Alcalde

¿Cuándo empezó todo?

La ciencia occidental tiende a medirlo todo. Y esa obsesión se ha trasladado a nuestra vida cotidiana. Creemos que no conocemos bien una cosa hasta que sabemos cuánto mide, cuánto pesa y qué edad tiene. La pregunta “¿qué somos?” es equivalente a “¿cuán viejo somos?” o “¿cuál es nuestra talla?”

Por eso, uno de los empeños de la astronomía es calibrar la edad y el tamaño del cosmos. Y, curiosamente, aunque los astrónomos llevan siglos intentado dar respuesta a la pregunta, la solución es un misterio. Sí, sabemos que todo debió empezar hace unos 15.000 millones de años, pero la indefinición sobre el pasado y, sobre todo, el futuro del universo es aún absoluta.

La cosa tiene su importancia porque, en términos astronómicos, hablar del tamaño (es decir, del espacio) es igual que hablar del tiempo. El cosmos más lejano es también el más viejo. La expansión espacial se corresponde a la expansión temporal.

Kitty Ferguson, astrónoma de Cambridge, ha recogido en su obra La medida del universo la historia de este empeño medidor. Y salpica con soltura divulgadora una biografía de las ideas en la que se mezcla la filosofía, la religión, la ciencia y la política.

A medida que sabemos más sobre las estrellas, el valor del conocimiento científico decrece pero en otros tiempos, no tan remotos, el saber sobre el origen y la naturaleza del cosmos era moneda de poder y de ambición. Puede que la respuesta todavía se nos niegue, pero resulta apasionante, cuando menos, observar el devenir histórico de la pregunta. Al fin y al cabo, la ciencia avanza a fuerza de dudas.


Kitty Ferguson, La medida del universo, Ma Non troppo, 2000, 299 páginas.

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